miércoles, 31 de diciembre de 2008

Fin de año


Suena a single promocional en la radio, y las luces se reproducen en secuencias intermitentes por las calles y casas de la ciudad. Esta parafernalia de adornos brillantes y regordetes barbudos vestidos de rojo solo indica que la temporada ha llegado, acompañada del entorno siempre extraño de esta Guatemala a la deriva, decadente. Sentado frente a un nacimiento de barro me pregunto muchas interrogantes necias, claro síntoma de la época, algo nuevo ha dejado este año, un bagaje que se contabiliza en cuentagotas, un ciclo llenado a medias. Una familia dejó de existir, entera, así como se borra una oración escrita a lápiz, mientras el borrador aún escurre sangre inocente que el asesino jamás podrá pagar. Amigos van y vienen, desaparecieron del panorama y por alguna trillada razón se extrañan en estos días. Un malestar se respira en el exterior, de la casa, del país, hay algo mal y las abuelitas dicen que es el diablo que anda suelto, claro, una simple manera de explicar que el ser humano puede ser tan cruel, tan estúpido. Hay algo triste en la forma de ver el mundo en sus profundidades, sin esa máscara superficial que se esfuerza en pintar bonito el panorama, es tan difícil encontrar espiritualidad cuando las creencias son tan escurridizas a los hombres, es tan terco el feliz año nuevo en su obscenidad de ignorar realidades, un cierto ritmo de conveniencia en las velas que se encienden y se apagan al compás de una compleja oscuridad del alma vieja, cansada. A la vez se escuchan campanadas, cohetillos y disparos; risas, llantos, música, palabras… Yo solo espero un abrazo fuerte, porque la sensación de la soledad es dura, y así quizá podré empezar de nuevo.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Vientos de jolgorio y noviembres


No se escuchan las palabras, talvez el ruido, o la mascarada es un grito incoherente que algún pedante alucinó. Más bien los muertos, más bien los santos, o la inminente sensación de haber enterrado el ciclo, porque con una muerte siempre viene un nacimiento. Quizá sean los vientos nuevos los que distorsionan el panorama, endorfinizando la cabeza con melodías de sedante aspecto, o el frío de noviembre. ¿Será que acierto y el desencanto se pulveriza a sí mismo cuando llega el momento? O las voces se callan al unísono para dejar sonar los nuevos coros de aires y surrealismo. No terminan los malos ratos, no se olvidan, no se transforman ni se acostumbran, o posiblemente sí. Pero la vida da comienzos y con éstos las esperanzas, una nueva criatura que se formará en algún vientre, o la seguridad de que los futuros le llevan ventaja a los pasados en su inconmensurable posibilidad. Ya no hay velorios, se acabaron en octubre, ya no hay afrentas por pagar en este nacimiento de fin de año. O la magnificencia de la locura nos permite de algún modo esas pequeñas lagunas de festín postrero, corolario de este cuento aberrante que al instante se esfumó.

martes, 21 de octubre de 2008

De tumbas y muertes


Columnas de mármol de pie y piedra, contenedores de barro encalados y restos de eso que alguna vez fue una flor, tierra recién removida al costado de una fosa, expectante del nuevo relleno. Así te veo, muerte, destino de todos en este postrero octubre, con un cierto morbo de frases de obituario, harto de sarcasmo y llanto, siempre el llanto. Así te veo, así me veo, con ese lento morir, con esos anhelos muertos de muertes paulatinas, y en tu muerte no encuentro las horas. Hay algo más que tristeza en esos ojos, algo físico que se yuxtapone al hecho de que tus ojeras omnipresentes se dibujan en el ambiente, como si quisieras decirme algo que ya sé, como si suplicaras algo, y yo no te lo puedo dar. No sé si tus días o los míos se encontraron, si ya no lo harán más, o si el recuerdo de un niño jugando con vos pueda llenar el vacío que quede, porque de repente aún siento el humo de tus cigarrillos y casi puedo adivinar las colillas. Anticipo la tragedia, atenta al cruel desenlace. Me despido en letras, como siempre, con cobardes letanías que jamás se pronuncian, por el miedo inherente de los silencios eternos, por la tristeza adjunta que se enquista en mi memoria, ecos fúnebres que ya rebotan en tus paredes. De modo que ya se perfila el lodo, bajo la última llovizna del mes, en ese llano camposanto de los finales obligados, fiel a nuestra precaria humanidad.

martes, 14 de octubre de 2008

Carne para gusanos


Aniquilado desde el primer momento, desde ese primer rayo de sol que asomó por mi ventana. Amaneció, no sé por qué. Amaneció talvez, pero yo no desperté, más bien me levanté sonámbulo a deambular por los estrechos y mal hechos eventos del día. El día es en sí un cúmulo de tiempo deforme, de tiempo decadente. Y aquí me encuentro, apenas vivo, más bien muerto, encerrado en el cuarto oscuro que me retiene, que me minimiza, el cuarto oscuro que soy, observando vagamente el paso de los instantes y los entretiempos, despreciando y condenando esta recurrente visión de reloj de arena de la vida, rehuyendo y escapando inútilmente del delirio que subyace a la arena del reloj de la muerte; entregado a la locura. ¡Ah, cuánta locura hay en la pena! ¿Cuánto más se demorará esta arena en enterrarme por completo? Este malestar cesará hasta que la punta del dedo de mi mano alzada al aire se confunda con la tierra, hasta que esté completamente cubierto, verticalmente estiercolizado, aguardando en silencio el arribo de los gusanos. ¿O ya están aquí los gusanos? Al parecer estos seres rastreros se han adelantado a mi caída porque me devoran de pie, como árbol vencido, como columna que sucumbe ante sus grietas añejas. ¿Es que acaso no soy más que comida para gusanos? ¿Y qué si lo soy? Comerán más los gusanos entonces, que se indigesten de mí los asquerosos, al fin ya nada importa, ya no sé qué hago en este lugar, me siento solo, me siento extraño, esa es mi situación, aniquilado, enterrado, desde aquel primer momento.

Originalmente publicado en revista Necrópolis Andante.

lunes, 13 de octubre de 2008

Octubre


Salgo a la calle, un gran esfuerzo mediático se empeña infructuosamente en hacer creer que todo está como debería estar. Sigo caminando y echo un vistazo a los rostros de la gente, con su lamentable indolencia, esa masa que sabe callar cuando debe, cuando siempre. Ya circunda el sutil frío de fin de año, con un viento que despeina mi creciente cabellera, canas incipientes de tedio que juegan viejas sin dirección ni compás. Llego a mi destino, porfiado en la perpetuidad, olvidado de espontaneidad, marchito indefendible. Como quien no quiere, un fantasma de ternura ofrece el protocolo de bienvenida, una criaturita de cuentos de hada, enredada en el continuo conflicto de interactuar con la desilusión, ¿temerosa? Unos ojitos opalescentes que un día irradiaron dicha y que hoy tratan de olvidar, que han dejado de ser ventanas y se han sellado para no recordar, ¿cuál fue su único error? Y es que talvez no lo hubo, no existió equivocación alguna, sólo fue la inminente obstinación de entregar el corazón, en este mundo surreal y apático donde la dinámica mecaniza los sentidos, donde el tiempo palidece la emoción. La sentí desvanecerse frente a mí, débil en el alma y agotada de continuar, quise conmoverme y abrazarla, pero no lo hice. Por alguna razón sufrí sin reaccionar, exhausto yo también, la observé derramar sus lágrimas, paralizado en mi desatino la acompañé en silencio, como quien no tiene nada más que decir. En ocasiones el corazón nos juega la vuelta, nos guía por un terreno peligroso y sin pensar lo transitamos hasta tropezar, caemos. Minutos más tarde me acompaña a la puerta, pensativa, silente, absorta en mis pocas palabras. Yo me despido y me dispongo a salir, afuera una titubeante brisa me dice que algo cambió, comienza octubre, termina el año, sin ver hacia atrás.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Ajenos


Una monotonía extraña la de los ojos, y las conversaciones se van volviendo ajenas conforme la gente se desconoce. Lentamente mi pupila se dilató al caer la noche, mientras seguía observando el mismo rostro. Había pasado tiempo ya desde que se marchó, y en las palabras había más distancia de la que puede haber, había más nudos de los que se puede recorrer, y el desenlace a veces no se logra desatar. Un espejo colgado en la pared me susurró que por él han pasado muchas caras conocidas, parecidas entre sí, similares en lo agónico de su permanencia, pero no se cansan los reflejos, y si así ha de seguir siendo, lo deberá soportar… cuánta gente entra y sale de mi vida, en una lista traviesa y sin memoria. Cuánto desconozco de los ojos que se perdieron cuando crucé en la esquina, porque la mirada es cada vez más fría, y ya no renacen las flores que ponemos sobre las tumbas.

martes, 23 de septiembre de 2008

Vejez


Segundos marchitos de domingo de últimos rezos, dolorosa resignación de un apogeo que terminó en olvido, resaca de un mal inicio que nunca mejoró. Va acumulando años en su joroba de inviernos inherentes, al tiempo que ve irreverente el retablo que un día lo consoló, apolillado en las entrañas donde ya no quedan ecos de su Dios. Acude al festejo de los suyos, los que piden porque no saben, los que piden porque los mandan, los que piden por pedir, y su petición se desvanece en una aglomeración de bastones y andadores engañados, donde nadie escucha. Pero quizá a la mañana siguiente ya no lo recuerde, su lamentable irritación con el mundo se disiparía en una laguna mental, o talvez ya no despierte, y su epitafio reclamaría atenciones en mora, con intereses que no le otorgarán. Se sienta en la banqueta de la misma calle donde nunca se ha sentido alguien, y se pregunta dónde quedaron aquellos tiempos de sillas mecedoras y nietos para contar historias; sus respuestas aguardan mientras trata inútilmente de abordar un bus urbano. Camina entonces con pasos errantes, que pronto cesarán.

jueves, 18 de septiembre de 2008

Este mundo


Compartiendo ataúdes, de madera fina y acabados de fantasía, rodeados de risas perecederas en momentos felices de Credomatic sobregirado. Poco a poco va fluyendo el espectáculo de luces multicolores, y adornamos nuestras pobres cabecitas con reflejos que distraen, que hipnotizan, tan solo para dejar de sufrir un poquito. Olvidando un poquito. Pretendiendo. De esta forma el romántico idealista se disfraza de comodín, se hace acompañar por la pompa majestuosa de su realeza contemporánea, artificial y caduca, al tiempo que ríe su penúltima carcajada. Huele a perfume barato, y su ambición es más grande que los pantalones que lleva puestos, pero no se perciben los ideales que viajan bajo el atuendo, y su paso se hace indolente a través de las muchedumbres. Hasta que pasa por la vitrina, delante del maniquí ve su rostro en el semiespejo de vidrio aparador, y se asquea. Por fin se da cuenta de la tragicomedia que es este mundo, espacio forma de siniestros mal perpetrados, y se dispone a escupir su última sonrisa, tierna, silenciosa, postrera. Después de ella todo será llanto, llenará copas de licor y lágrimas, para beber el desconsuelo hasta que llegue su hora, hasta que descanse al fin. Un latido lo distrae, luego otro, talvez se percata y le duele, es eso que está dentro de su pecho: aún vive.

lunes, 18 de agosto de 2008

Lágrima


Una gota exquisita, que sabe a mar en esa dulce playa de mejilla a media noche. Un sollozo que alcanzó a partir un momento en dos, y desdibujó el panorama que días atrás había soñado el escritor en su cuento imaginario. A veces simplemente veo la luna y entiendo todo, que mis suspiros son palabras que solo comprende el universo, y que mi voz de pronto sale sobrando cuando nadie me ve. Se ha descifrado un código peculiar entre el cielo y la oscuridad que me acompaña, por fin me siento uno en este sistema de constantes divisiones, y olvido que mis penas siempre han estado allí, entre una que otra alegría que titila, y acepto el todo circundante. Acaricio el instante con total delicadeza, antes que desaparezca, y lo enmarco en una foto que imaginó mi mente, perpetua y diminuta, como la estrella lejana que se asoma en el vecino firmamento. Anochezco sereno, y la pequeña luz de pronto se distancia en su inminente partir, destello fijo que permanece, que aún veo al cerrar mis párpados.

viernes, 25 de julio de 2008

De puertos y partidas


Nubes densas de pasado en sus ojos le retuercen la mirada, ya no es el mismo muelle, pero el viejo ve siempre alejarse los barcos que un día se acercaron. Se decide al fin a buscar su propia embarcación, en un intento postrero, a la vez que se entretiene con las arenas de estaciones añejas, un letargo de cansancio acumulado en este nuevo ímpetu. No se cuestiona en absurdos motivos, ni rebusca aquella certeza que algún día imaginó encontrar, solo lanza la plegaria al vacío y espera impaciente que el viento le devuelva su algo, su porqué. Ha estado anclado tanto tiempo, aferrado a una cómoda vitrina que le ofrecía siempre el mismo mar, que asqueado de marchitos panoramas se aventuró a vivir, a sufrir. Su intento es ya un logro, una meta alcanzada de nuevos amaneceres y atardeceres en lejanas aguas. Atrás quedó su puerto, su miedo, la marea se los llevó; por delante la brisa cambiante, hasta que sus años cesen.

sábado, 19 de julio de 2008

Palimpsesto


Me borré de improviso, como quien no quiere, aunque sí. Y mis ojos se nublaron en divisarlo todo, se aturdieron de color y luz, de suplicar contacto, de llorar. Aquí no caben excusas, no las hay, aunque se vengan los porqués del cielo no hay escapatoria a la aberración de huir hacia la falsedad, porque ahogarse en alcohol es una vulgar falsedad. Crucé los espacios como ente entre personas hechas de cera, muñecos que en efecto no están, o no importan, y caminé hacia algún lugar para sentirme seguro, en medio de tanta inseguridad, decidido a encontrarme con el fondo de esa singular piscina. Pero no se encuentran las panaceas en los lamentos líquidos, ni se liquidan lamentablemente los problemas, tan solo se disfrazan, se envilecen. Porque al final de la noche se desvanecen los egos, se martirizan las palabras y se exclaman oraciones al infinito divino para que todo se acabe, aunque no pasa así. Y al día siguiente la cama vacía, expectante, delirando esa figura que no está, tratando de recordar algo que el alcohol borró, intentando descifrar en qué parte del descontrol se desdibujó la imagen, esa que tanto tratamos de mantener. En cambio quedan los malos tragos, los que lastiman y hay que reparar, los pedazos sin goma del cristal que se estrelló, en aquella triste sinventura que quizás no recordaré.

viernes, 18 de julio de 2008

Apología a la felicidad


Hay infinitos y eternidades, realidades que pueden no serlo, hay un resquicio de cordura en esta cotidianidad que nos hace creer que existimos, que nos hace aguantar. Y sin embargo el continuo afán, de buscar, de obtener, de siempre querer más, que nos preserva como entes inconformes ante nosotros mismos, la mismísima esencia de ser humanos. No hay felicidad que dure cien años ni humano que la aguante, así defino de manera simple la insatisfacción, es que no puede ser de otra manera. De esta forma aparece el largo pasillo, oscuro y lleno de miedos, obstinado en necesidad y confusión, que por momentos se torna plano, intrascendente, y por cortísimos instantes se ilumina, con esa calidez que llamamos felicidad. Así de fácil, aparece de súbito entre miradas suplicantes, entre los mil intentos fallidos, no se quedará por siempre, pero ese breve intervalo de duración nos permite aguardar, anhelar, que aparezca de nuevo, en una esperanza inexorable. No podría ser de otra forma, no podría ser inagotable la fuente de felicidad, pues dejaría de existir, entonces lo que tanto deseamos no es más que un equilibrio coherente, que nos mantenga en pie, no una felicidad tonta e insustancial que se plasme únicamente en las sonrisas. Entonces guardaré mi felicidad, efímera y preciosa, en esta conciencia de escritor inconforme, será mi valor auténtico, oculto entre todo aquello que no la deja ver, en excitante expectativa.

jueves, 17 de julio de 2008

Ático


Espacio a dos aguas, con una luz apenas de líneas y contornos en este lugar desconocido, un lecho nuevo en una nueva historia, aún por escribir. Desperté y por un momento me sentí seguro, estando lejos descubrí que puedo ser sin aparentar, solo ser. Porque aquí no necesito atuendos, no hace falta interpretar los papeles, puedo encontrar lo que tengo y lo que quiero cuando está cercano a mí, sin más miradas ajenas. Quise prolongar un silencio, quizá porque no siempre hay que encontrar palabras, contemplando el horizonte para perderme en una caricia, o en un anhelo. Yo sé que hay cosas que se resisten y que necesitan tiempo, que los tiempos se pueden quebrar por la mitad, que un suspiro no es más que mirar hacia lo que no se tiene, pero cuando se está aquí, bajo este techo, lo complicado se vuelve elemental. Trataré de serlo yo también, ser básico en mi proceder, porque es lo que necesito, lo que quiero, porque al fin de cuentas no hacen falta áticos distantes para hallar la autenticidad, solo hace falta valor.

viernes, 4 de julio de 2008

Silencio


Hubo un silencio oculto que nadie percibió, fueron días de ruido, de tiempo escaso, una miscelánea de eventos y fastidios, un detrimento del todo y de lo poco que permanece en pie, en lo que parece mi derrumbe minucioso, circunstancial. Llegó el viernes aunque no lo parece, en mi cabeza de proletario atormentado se sobrecargan las neuronas, a punto de explotar. El lápiz en mis manos golpea incesante la mesa, harto de mi patética desesperación, aferrado a la página en blanco que se llena de estupideces, mientras el ancla se hunde un poco más en este fango que crece bajo mis pies; es entonces cuando las cuatro paredes apestan. Aunque es normal, claro, eso de los malos días, de las malas semanas, así es esto de vivir, ya pasará… ¡Já! El siempre triste consuelo. Pero las agujas de este reloj caen y no giran, no aguardan el compás que deja atrás las ignominias, uso un reloj digital mejor, y entonces mis minutos se manifiestan más claramente, al ritmo de la espera para que por fin cambie la fecha del calendario, maldito calendario… Ya es de noche casi, y aguardo la penumbra sin prender la luz, así distraigo la soledad, con esta oscuridad a medias que me agranda las pupilas. Apenas comprendo de razones y motivos, lo único que sé es que hay algo que no soporto, algo que me enoja con solo abrir los ojos y ver, quisiera dormir un poco y soñarme en un momento feliz, o soñar nada más, para no tener que pensar ni imaginar ni sentir ni aguantar, para no tener que escapar. Mi silencio aún queda oculto detrás de unas palabras en mi ordenador, es de noche ya y tengo que salir, tengo que evadir, miserablemente melancólico, trillado, a ahogar mis penas en alcohol.

domingo, 22 de junio de 2008

Claus


Minimizando ventanas encuentro lo simple en un reducido confinamiento, ecléctico de intrascendencia, a la vez que invado el espacio aberrante en el que tanto he tratado de no caer. Un segundo a la vez se constituye una eternidad, y con cada palabra mi texto se retuerce en su habitual complicación, pero esta habitación es ya una suma de tantas cosas que de repente su única salida es la propia reinvención; así, mi espacio vacío es ahora un tangible coherente. Adentro no hay lluvias ni amaneceres, alejado de interacciones, opiniones y rutinas, una inundación consecuente de egoísmo necesario que es complaciente y enfermizo, todo un paraíso de la mente. Pero, ¿qué me llevó hasta aquí? La saturación, creo. Un porqué que no se encontró en los diálogos pesados que deseaba tirar, aglutinante, una bomba de sentimientos que nunca estalló. Porque la importancia de estar solo es tan elemental como la evasión de lo que estorba, tomando en cuenta que esta sociedad es un conglomerado de farsas bien estructuradas que se repiten en intervalos de cinismo colectivo. Por eso desnudo las paredes, los techos, los pisos, dejando únicamente esa sustancia, plasma vital de donde se desprenden los excedentes, para encontrarme en un encierro básico, único, sin exteriores, olvidado de puertas.

martes, 17 de junio de 2008

Mi padre


Mucho ha cambiado desde que apenas percibía el entorno con ojos de niño, mucho cambiará, sin duda, cuando el vacío en la habitación me haga extrañar su presencia, cuando su voz que es la mía ya no se escuche en un tiempo al unísono, cuando mis latidos sean sólo míos y no suyos, cuando sea la parte de él que permanece. Mucho ha pasado, y más que la convivencia y las similitudes, dos generaciones se encuentran finalmente, se amalgaman en un collage de eventos compartidos, de amarguras y alegrías conjuntas, en un mismo plano de la existencia donde la sangre es el más simple de los vínculos, más no el único. Pero su viejo semblante será con los años el mío, su antigua madurez se transforma en el hoy que definirá mis decisiones, será una herencia con muchos trasfondos que dejarán al descubierto a la persona en la que me he convertido, un yo intervenido, un él modificado, en esa constante reinvención de las generaciones. Y así, conforme las estaciones avanzan, una extraña sensación de nostalgia se apodera de mí, saberlo finito en mi humilde mundo de emociones gigantescas me causa gran consternación, es el miedo a perder lo que tanto se ama, lo que invariablemente se necesita, lo que tristemente un día dejaré ir. Un legado de conductas, valores y sentimientos que vivirán únicamente dentro de mí, entre recuerdos y sueños a medio construir, entre promesas y aspiraciones, un tesoro transmitido con paciencia y dedicación, en una carrera de afanes que se resistieron entre sonrisas y abrazos, entre la experiencia y la juventud, entre él y yo.

viernes, 13 de junio de 2008

Silueta


Silueta entre sombras, a pocos centímetros, delineada en una fina pincelada que me absorbe, esencia plástica de esa belleza natural que se manifiesta en la creación. Un rincón acogedor me recuerda que la sensibilidad es valiosísima, una incontenible seducción en el mar de los quizás, y mi quizá se conceptualiza como repentina irreflexión. De súbito me descubro, adyacente, necesitado, a la espera de una comprensión postrera que me llene de significados, vulnerablemente entregado. Me he hundido en peligrosas esperas, aguardando esa invención ideal del destino, y no entiendo mis motivos, no encuentro mis razones, me olvido de mis lógicas y mis criterios, recostado en la comodidad de mis preguntas sin respuestas se me antoja lo irracional, locura disfrazada de permisividad. Encuentro las mezclas sin preparar, piel y aroma de tarde juntos, de preludios de noches y noches, atisbo incomprensible de nuestras posibilidades infinitas; se llama peligro y se escribe con letras mayúsculas. Pero así me gusta jugar, de cerca, porque no quiero perderme esa sensación de realidad, y el óleo vacío se pintará con aquella primera imagen.

Trayecto de invierno


Breve intervalo a lo largo del trayecto, un segundo para reflexionar: el charco continúa. De pronto olvido que detesto manejar, el tráfico se oxida en monotonía y las avenidas me muestran un atisbo de pasividad. Ciudad bajo la lluvia, concreto, humedad y lodo, apenas logro reaccionar entre vidrios empañados y agua por doquier, sueno redundante pero es que el invierno es tan deprimente, habría que obviar a veces los inviernos. Mi destino se vuelve irrelevante a medida que el camino se torna voluble, subo el volumen a una canción y conduzco en una especie de piloto automático, me he extraviado por completo de mi entorno, me diluyo en otra dimensión. De no ser por la inercia no llegaría a mi destino, porque mi destino es una especie de inercia que busco, y que encuentro. No entiendo de complicaciones y miedos, los veo llegar al tiempo que se van, porque en esta ruta que tomo solo una cosa es segura, y es que soy un paso a la vez… Si hay abismo por delante, saltaré y mis pies irán hacia el viento.

viernes, 30 de mayo de 2008

Gotas de lluvia


Tarde de inicios de invierno en este súbito sofá, pináculo de mi lluvia en su cámara lenta, desde donde veo la confusión abstracta de gotas y hojas, romántica simbiosis para su húmeda atmósfera. Abajo la tierra, su olor; podrían enterrarme en invierno y mi muerte estaría perfumada de verdor póstumo, en gentil epitafio de raíces y retorno. Alterno la mirada entre la nada y el rocío que vomitan las nubes, en una especie de trance del que no me apetece salir; hay momentos para hipersentir, y este es uno de ellos. La música hoy se vuelve cadenciosa, es una sinfonía que llueve sobre láminas, sobre vegetación, que me hace recordar. Quizá acaricio una soledad que lastima, como la mejor de las melancolías, en mi invernal apología a la feminidad ausente. Abrazo al vacío mientras despierto de alguna alucinación, los recuerdos me dicen que todo ciclo debe renovarse, pero las reinvenciones son caros regalos que no siempre podemos comprar, y aquí lo único que se repite es el agua, al tiempo que yo salpico un suspiro. Al fondo escucho un trueno, luego que el cielo fotografió la estampa. Se ha alterado el orden de espacios y formas en su predecible secuencia, de pronto el hoy no es hoy, es un mañana onírico o un ayer fantasma, en el que hay voces al oído que susurran, besos de porcelana que rozan mi piel, caricias marchitas de mi cruel desilusión. Llovizna apenas, pierdo la vista en mis horizontes, materializo mi charco.

domingo, 25 de mayo de 2008

De música ligera


¿Por dónde apareciste? Quizá fue en uno de esos mundos paralelos, porque cuando a veces veo en tus ojos encuentro un leve reflejo de los míos. ¿Fue ayer cuando te fuiste? No lo sé, pero el sonido de nuestras notas aún se escucha cuando apago la luz, en una melodía que cambió de tono. En ocasiones los finales son inicios, y tus inicios te sientan bien. ¿Fue entonces un final? Hay un recuerdo de lágrimas, de momentos a medias y palabras sin sentido, una memoria distante que acaba donde empieza tu sonrisa, esa que hacés en las mañanas cuando te veo. Es que ya no sos la misma, tiraste al pasado un poco de pesadumbre, ¿habrás notado ya que dentro de ti hay algo especial? Por eso sigo aquí, en esta historia que se hizo en un minuto, un minuto extenso de reloj sin segundera, acomodando a un nuevo ritmo nuestra vieja canción, en la extraña geometría de formas en que nos tocó interpretarla. ¿Hacia dónde irás? Yo observaré de lejos tu trayecto, como el frío narrador, aguardando tu feliz desenlace, mientras canto en mi cabeza miles de estrofas diferentes, afinando los versos de mis letras sin compás.

miércoles, 21 de mayo de 2008

Retórica


Casi veo tus ojos, y mi felicidad es casi real, pero no puedo. Casi olvido que lo triste fue, y que lo que es hoy no lo logro interpretar, y así casi comprendo. Naufragando meditativo me apego a las normas, a los esquemas, que me mantienen coherente por tu camino de piel; y casi te siento. ¿Será tan indiferente el deseo, si la arena sigue aceptando después de todo a cada ola que aparece, o será mi mano tan fría y tu piel tan tuya? Ordeno las ideas, memorizando la paradoja que sos y que soy, fijando el instante en que casi, por no decir los instantes, pero el casi sigue allí, viendo mi parodia. Por eso escapo del final, para perdérmelo ineludiblemente, para no ver que pude haber estado y que me fui irremediable, por donde quise haberte encontrado, casi mía, casi real. Hilvanando un par de bosquejos, insertando versos entre líneas sin voz, tallando como en cera las miradas que no serán, para no sufrir ni lamentar, así te imagino, esperando casi, anticipando siempre.

martes, 20 de mayo de 2008

In


Noto las diversas actitudes de la gente, inmerso en su glamour y su elegancia, todos aparentando, esforzándose por ser algo que no son, por elevar su ego acomplejado para simular superioridad, vanagloriada calamidad. ¿Cómo le llaman? ¿Refinamiento? ¿Sofisticación? Demasiado kitsch para mi gusto. De esta manera denigran los espacios, los eventos, hasta las artes, en una especie de venta donde lo que se negocia es el criterio, a cambio de un poco de charm. Allí está la señorona, bien decepcionada de sí misma, vestida con su frustrante moda de revista barata, alcoholizada hasta la ridiculez para obedecer al engranaje de la velada. Por allá veo al homosexual pescando mariposos entre las hojitas de los árboles, ¡ay, cuánto se divierte con su jueguito de insatisfacción! Y el verycool de la mesa importante, agasajando a sus bitches en este cuento latino de blin blin versión bajo presupuesto, hablando de estética y demás mierdas; ni bien hacía unos minutos se memorizó el guión y se lo metió por la cavidad, sí, esa que tanto le gusta. Pero guarden silencio, apreciables invitados, que se hará presente la anfitriona de la noche, y con sus bellas notas embelesará sus laberínticos sistemas auditivos. Para esto, llamaremos al escenario a los brillantes músicos, virtuosísimos artistas de la complacencia en su más lamentable expresión, de ellos escucharemos una interesante sucesión de melodías, sobrevaloradas hasta el vómito para que en sus confundidas cabecitas suenen como canto de los dioses; aplaudamos, por favor. Y al compás de la más estirada ovación, me disuelvo ceremoniosamente entre la multitud, en otra mala alucinación de la hierba, exquisito pedo de fondillo fufurufo.

miércoles, 14 de mayo de 2008

Una moneda


Es una visión distorsionada la de este lado del cristal, siempre con esa patética comodidad. Parece que alguien se acerca en su constante expectativa, parece que pide sin hacerlo, parece. Pero cómo ignorar esos ojos añejos que esconden las muchas lágrimas, esa sonrisa que está allí a pesar de todo, ciertamente la escena es repetida, similar a muchas otras, aunque diferente. De modo que hace el ademán, aunque no era necesario, una moneda ¿cierto? Claro, la moneda. ¿Qué es, a fin de cuentas, una moneda para él? No lo sé. Es tan fácil suponer o imaginar, tan fácil como esa monedita que pide, y lo único que sé es que no es nada fácil. Por un segundo ese rostro se me hizo conocido, es un mendigo cualquiera, que se podría parecer a cualquiera, con la única diferencia que se parece a mí. ¿Y si yo estuviera al otro lado del cristal? Pediría algo más, quizá; renegaría de mucho. No es que yo pueda hacer algo, es algo más complejo que eso, lo que pasa es que este mundo no puede hacer nada, no puede darle nada, y él necesita tanto, hasta suena a resignación. Así que me siento mal, con esa sensación de impotencia y de culpa, esa culpa colectiva que comparto, buscando en mi interior algo de humanidad, sin encontrar del todo esa postura de responsabilidad. Entonces, de nada sirve esta fría compasión, en nada le ayuda, así como tampoco le ayuda la moneda. Aún así la busco en mi bolsillo, y solo llaves, y solo papeles, y solo excusas. Aquí va la misma consigna, a repetirla una vez más, ¿cuántas más?: no tengo.

martes, 13 de mayo de 2008

Mamá


Aparece en mi mente, con esa lírica perdida que ya no acompaña a las palabras, en esta magnífica ocasión para evocarla. Entre memorias de siempre y sensaciones de un amor, del gran amor, se presenta la imagen imborrable que ha mutado con el crecer, esa imagen de vínculo y necesidad, en este retrato que se dibujó tiempo atrás en un lejano vientre. Génesis olvidado de felicidad nueva, de frescura y espontaneidad, que se ha convertido en la relación tácita que acompaña los inicios y los finales de cada día; consecuente guión de esta mi novela de realidades bañadas de onírico encanto. Así se complementa su retrato permanente, con esencias de familiaridad y cotidianidad, descifrando y desdibujando constantemente las múltiples expresiones de esos ojitos que aún me ven como niño, anhelando que las charlas y las risas nunca acaben, que las lágrimas que ruedan por esas mejillas sean únicamente de felicidad, como cuento imborrable de infancias antes de dormir. Ya no vienen a mi mente los incontables afanes, solo sus secuelas permanecen grabadas como grietas de esfuerzos añejos. Ya no juego los momentos ni escucho los regaños, solo ecos permanecen en los confines del antes. Ya no dependo, ni comprendo, ni obedezco, ya mis espacios son míos y mis decisiones y mis yerros; ya los papeles se empiezan a invertir, y solo pretendo advertir que nunca habrá relación similar, que lo vivido con ella es único e invaluable. Poco a poco me percato, lleno de nostalgia, que el amor puede ser inconmensurable, que hay alguien que siempre ha estado allí, y que ciertamente no soy mío, sino todo suyo.

jueves, 1 de mayo de 2008

Apariencias


Viendo las cosas desde muchos ángulos, vengo a ser solo una ínfima parte de lo que aparento ser, como un pequeño objeto visto a través de una lupa. Si las personas se definieran como conceptos, en una muy amplia diversidad de apreciaciones, encontraríamos que el individuo dejaría de ser individual y se convertiría en múltiple. Esos incautos, ingenuos pensantes, arrogantes, que nos hacemos llamar auténticos, tratamos de aparentar ser lo que somos, o ser lo que aparentamos, de forma que nuestra multiplicidad se individualice, en una tarea irrealizable que nos consume infructuosamente las energías. Pero ¿no sería interesante ser lo que la gente piensa? Aunque talvez seamos en parte algo que no conocemos, algo que los demás ven en nosotros y que quizá no queremos aceptar. Algo escapa de mi raciocinio, algo que aún no descubro en mí, ¿será posible que los demás me vean con claridad y yo me perciba en una perspectiva borrosa? Al imaginar mis más ocultos pensamientos, al aceptar mis temores y reconocer mis defectos, dibujo un bosquejo de lo que imagino acerca de mí, imagen incompleta que se complementa con lo que no veo que otros ven, pero no por eso ellos me ven tal cual soy. Y lo que soy es un trozo de lo que quiero ser, un anhelo de lo malo que un día borraré, una parodia de un niño que posiblemente creció, lo que soy, sí, eso que soy y que aún no sé que es, no es lo que todos ven, no es lo que todos creen, es simplemente algo parecido.

miércoles, 30 de abril de 2008

De lenguajes y verdades


No importaban tanto las palabras, eran ondas que no sabían más que desvanecerse. Un silencio podría haber tenido más sentido, algo que expresara una emoción más allá de cualquier alocución, en un lenguaje más explícito. Tampoco se manejaba mucho por debajo de la mesa, cuando lo cotidiano no adquiere tintes dicotómicos no es necesario hacer juicios que establezcan lo bueno y lo malo, y la verdad se convierte en una interrogante que no hace falta descubrir. Porque descubrir la verdad es en ocasiones una mera inocentada, puesto que hay miles de verdades, de tal forma que una mentira que nunca se sabe puede parecer verdadera, y una verdad que nunca se cree puede sonar a mentira. Pero en esta noche de bar a media luz, ciertamente lo único real es lo que puedo ver sin abrir los ojos, ¿me explico?, eso que llevás por dentro y que no sabés esconder. Yo tampoco sé esconder, si este cielo estrellado de tímidos destellos me ilumina un poco sabrá que soy simple por un momento, sin pretensiones, olvidando las disertaciones esquematizadas, como un susurro leve, que vuela en expectativa errante a través de un espacio sin oídos, en una lírica que no se escuchó jamás.

lunes, 28 de abril de 2008

Los finales anunciados


Sería triste verlos llegar tan lejos sin tener otra elección, sin haberse percatado de que los cambios existen dentro de cada uno y no en sueños lejanos. Sería triste ver que todos los finales fueran irremediables en su impostergable aparición, como muertes anunciadas que forzosamente deben suceder. Triste, como todas esas cosas que no hicimos, como todo lo que dijimos y lo que dejamos de decir, que nos pesa por años y años. Así, como un retrato más en la pared, su semblante apesadumbrado se llenó de arrugas de amargura, sin darse cuenta cómo ni cuándo olvidó sonreír, acercándose a su final en lamentable resignación. Quizá son los eventos los que nos arrastran a muchos en nuestro pusilánime actuar, quizá no nos damos cuenta que la desidia nos margina contra un muro inevitable hasta que agazapados nos dejamos vencer, así de simple, en la cotidianidad de nuestras miserables vidas. No pareciera importarnos nada, talvez acaso un hoy egocéntrico muy limitado, talvez acaso nuestra ceguera no nos deja ver que el mundo está aquí para ser cambiado, puesto que el mundo somos nosotros. Los cambios son necesarios, para bien o para mal, con todo el miedo que acarrean, con toda la negación con la que los afrontamos; los cambios debieran ser nuestra razón de ser. Y al no serlo, al conformarnos, nos sentamos en nuestro cómodo impasse, acostumbrados a transcurrir sin trascender, irreflexivamente, anunciadamente.

miércoles, 23 de abril de 2008

Los tiempos


Si en el presente confluyen todos los tiempos, los recuerdos, los eventos, los planes y sueños, entonces lo único invaluable es cada segundo, cada pensamiento que nos hace saber que estamos vivos. ¿Hace cuánto fui un niño? ¿Cuándo dejé de serlo? Ese pedacito de gente que sin saberlo evolucionaba hacia la complejidad, en el ambiente perfecto, en el lugar y el momento ideal, justo cual debía ser, en una grandiosa exactitud del universo que desencadenó en un hoy. Una secuencia de reminiscencias viene de repente como alud incontenible mientras veo como todos hemos envejecido, toda la gente que me antecedió me ve como adulto, mis amigos con los que crecimos y maduramos son ahora hombres y mujeres con vidas hechas que giran en derredor a un pasado común, entre una sensación de amor inconmensurable y nostalgia los veo distribuirse en esta teleserie o tragicomedia que es la vida. Mañana cerraré mis ojos y sin advertirlo seré un adulto mayor, con una carga colosal de sucesos en mi mente, de sensaciones y sentimientos añejos que adornarán mis arrugas y canas. Lloraré por todo aquello que ya no será, por todo lo que ya no estará, reiré por todo lo que fui, por mi hoy, recordaré este día, con una boda en esta Antigua de mi corazón que me puso meditativo y nostálgico, un evento de sucesión y partida, de alegría y adiós. Es hora, quizás, que los hermanos partan y formen nuevas familias paralelas, que las situaciones dejen de ser, que renazcan y maduren, que mis ojos descubran nuevos horizontes, en esta inmensidad de porvenir, mientras viajo a lo desconocido, mientras sueño y anhelo, en esta incertidumbre de existir, de ser.

lunes, 21 de abril de 2008

Tiempo de escasez


Siguiendo la tendencia actual, este singular mercado ha dejado bien marcado su modelo de alza generalizada, hoy los precios son inalcanzables, exorbitantes, y las esperanzas del oprimido consumidor se hacen cada vez más imposibles. ¿Qué haré yo entonces? Escaso de recursos tendré que racionar, ¿reciclar? No basta con conformarme como hacen muchos otros, no, no puedo evitar evidenciar mi razonable inconformidad, al menos hasta que encuentre la forma de paliar esta vil necesidad. Ese es el problema cuando agotamos de manera irresponsable los recursos, sin saber que la fuente es frágil y precaria, hasta que nos damos cuenta de que los tiempos de pobreza se nos vienen encima en un inminente deslave, y sucumbimos. ¿Quién tiene los recursos para adquirir este nuevo mineral precioso que se escurre entre los socavados de esta construcción social? Todo es una constante revolución de propuestas mercantilistas, en un juego de consumidor y consumido en el que hay muchos perdedores que aún no se percatan que están siendo manipulados; ya la estafa es ineludible, ¿quién no se ha dejado estafar? Pero, ese algo que hoy llamo producto, ese artefacto de intercambio, ese objeto intangible al que me refiero, no es una aleación preciosa que se puede dejar de comprar, no es un líquido vital que me mantiene fisiológicamente funcional, es el ente que debería complementar los elementos que me constituyen, esa mercancía ilícita que no encuentro en las oscuras esquinas, y que no encuentro en ningún lado. Así es, en otro tiempo lo obtuve sin buscarlo, lo malgasté hasta saciarme en un bacanal voluptuoso de entrega y despilfarro, como millonario que derrocha sin saber de pobreza, en una noche que acabó al desnudo ante un crudo amanecer. Hoy los sentimientos son escasos, se han vuelto caros, y compramos imitaciones baratas en las tiendas de fantasía. Es tiempo de ser escéptico, crítico, calculador hasta el cansancio, así se han fijado las reglas en un patrón establecido a lo largo de este juego; los sentimientos serán una ficción romántica que se leerá en formato binario… pero quizá me equivoque, y haya todavía un espacio en el que los podamos experimentar.

miércoles, 16 de abril de 2008

4a. Calle

Quisiera salir a la calle sin tener que hacerlo, salir por querer, porque el quiero y el quisiera son dos cosas tan diferentes. La calle esa que me vio vivir, que se pudre día a día entre la aberración de este mundo, que se entristece a pesar del cielo magnífico. Otro paisaje surreal de lo que es el mundo exterior, un simple espacio transitable que vive a flor de piel (o de asfalto) el malestar de una población. Pero somos huevudos, mi gente y yo, porque armados de valor e insensatez salimos a estas calles-orbe a aguantar y ver qué nos pasa, o qué no nos pasa, o qué hacemos, si no caemos presa del fatum. Algún pensamiento hermoso aflora sin embargo, como pequeña flor silvestre que nace terca entre algún resto de cemento, es esa la consecuencia de la distracción. Distracción o resignación, el espíritu aguanta un poco de ambas condiciones, puesto que sin estas caeríamos irremediablemente en una patología crónica que nos aniquilaría. Y mientras, enfermo o no, parece que logro caminar por esta acera que conoce bien mis pasos, llego a la esquina, esa misma intersección de la que parten los caminos hacia el horizonte, y suspiro. A fin de cuentas, es el mismo paisaje urbano que me presenciará en las muchas dimensiones oblicuas por las que atravesaré, en este futuro incierto que presenta soles y cielos nublados. Retornaré inconsciente por este sendero, hacia algún anochecer postrero que se tornará silencioso en alguna pretensión extraña de armonía o quietud, bajo la luz amarilla del alumbrado público, entre sombras de casas y cosas, en una imagen a medio armar en un álbum del barrio, irremediable, irrepetible.

sábado, 12 de abril de 2008

Brisa

En un claro intento por descifrar su viciada vida, e invadida por una absurda necesidad de acompañar la ausencia, abrió la puerta. Dentro, en el asfixiante humo de la confusión, donde el aire pareciera escasear, como si las partículas se detuvieran haciendo que el tiempo se paralice, esperaba aires nuevos que entren incesantemente. Fuera, la inminente brisa, que presta a recibir el claro ofrecimiento, se establece en su vehemente oportunismo. Una simple versión de los hechos que pudieron ser distintos y que no lo fueron, pero en ningún sitio hay espacio para arrepentimientos. La brisa es incesante y obstinada, es un mal que se cuela por doquier sin permiso ni remordimientos, ávida de tomarlo todo con su vil presencia. Una cruel resignación de que los hechos podrían ser distintos pero no lo son. Existe en el interior un resquicio de frescura, un hálito de pureza virgen que debe ser salvaguardada, pero el cómo es la pregunta, en un lugar donde los porqués responden en un sonoro sinsentido. ¿Quién pudiera devolver cordura a las horas desquiciadas que tan inútilmente se perdieron? Olvidadas en cada una de las memorias de viejos momentos, las manecillas del reloj reclaman indignadas el actuar timorato que condujo a semejante atrocidad, hastiadas de andar y andar en los malhechos círculos de equivocación. Y así se desvanece el aroma del ayer, invadido por el presente incierto, en una nube de desilusión y conformismo, en el grotesco disfraz de lo que quiere ser, bajo el triste rostro de lo que no fue.

miércoles, 9 de abril de 2008

Los entierros


En la diversidad de los sucesos encuentro la amplitud, una disponibilidad inconsciente que permite crecer, evolucionar. Ya no soy lo que fui, ni lo seré, seré algo más, una prolongación de mi pobre inicio, ensanchado hasta el máximo obtenido, quién sabe si mejorado. Una suma de influencias que he adoptado con el tiempo, un cúmulo de autenticidad forjada con esfuerzo y razonamiento, un producto de mi entorno que perpetúa algunas pocas cosas originales, eso y quizá un poco más será mi definición final. Pero en el trayecto la personalidad colapsa de vez en cuando, no sé si para reinventarse o para sobrevivir, como una detonación necesaria que clarifica los caminos, dejando de lado lo obsoleto, lo mediocre, eso que entorpece y que pesa como lastre inservible. Así van quedando rezagadas las personas, las acciones, los pensamientos, los sentimientos y los recuerdos, en una muerte que duele y que cuesta, en un vehemente desprendimiento de tegumentos que deja al descubierto un fondo frágil, que no estaba listo para resistir. Muerte necesaria que deja en el camino una hilera de sepulturas, epitafios de una y mil equivocaciones, remembranzas lúgubres de amistades y amores perecederos, una apología a la precariedad. Talvez he asistido entonces a más funerales de los que pensé, teniendo que soportar la dura carga de enterrar todo aquello que me resultó dañino, estampando lápidas con nombres y fechas de mi vida misma, aguardando otras tantas que fallecerán a su tiempo. Por un tiempo nada más visitaré mi cementerio personal, sólo mientras dure mi vano remordimiento, hasta ese día llevaré flores de rencores y olvidos marchitos, por un tiempo nada más volveré la vista atrás, pensando: ¿cuántos más me habrán enterrado a mí?

martes, 8 de abril de 2008

La piedra


Con los ojos vidriosos se incorporó a una vil realidad que lo acongoja inmisericorde. Débil en su vano esfuerzo por levantarse decidió dejarse caer entre cobijas y almohadas, tratando de regresar al sueño, de olvidar un poco. Algo le ha sido arrebatado, un algo inesperado que hasta hoy se presentaba como algo seguro en su vida, ese tipo de algo que cambia las cosas, una gran parte de sí mismo que lo hará incompleto. He aquí el punto de partida de la nostalgia: la pérdida. Pero esta máquina de carne y hueso debe continuar en su andar rutinario, la ocupada agenda no permite interrupciones inútiles para suspiros o lamentos, en un abrir y cerrar de ojos su estructura física se habrá transformado en un ente decadente, finito tal cual es, dejará de sentir. ¿O ha dejado ya de sentir? La línea divisoria entre el razonamiento de las cosas y la emoción subyacente es muy difusa, cuando ayer por la noche meditaba, se dio cuenta que lo que él conocía por suyo, lo que él tanto apreciaba, era en realidad un elemento efímero, su dolor inconmensurable que le oprimía y le confundía cesó de repente y se convirtió, inesperadamente, en un razonamiento. Ante el inminente mecanismo de defensa se preguntó: ¿esta comprensión de los sucesos y sus consecuencias me hace un ser inerte? Eso que llamamos fuerza, que llamamos consuelo, racionalización, es a la vez una desensibilización. En esa búsqueda interminable de respuestas el corazón se va haciendo frío, la deshumanización como preludio a la piedra es una inminente y triste apreciación de un cambio que aunque necesario, no siempre es para bien. Cansado y abatido por una larga jornada regresó a su cama, ha pensado mucho y su expresión se ha endurecido. Recuerda y reflexiona, ya no es más el hombre de ojos vidriosos que despertó por la mañana, ese algo que ya no está y que ya no encuentra es un vacío abstracto que talvez nunca existió, un sueño que ya casi olvidó. Duerme, y luego de la inconciente transición de las horas, se da cuenta que al despertar le ha sido arrebatado algo más, un algo inesperado, ese tipo de algo que cambia las cosas, una pequeña parte de sí mismo que lo hará incompleto: una lágrima.

viernes, 4 de abril de 2008

Bruja

Sumergida en una inmensidad de pensamientos, como una imaginación de la mente que se materializa entre la brevedad de un instante, una mujer: exuberante aparición que ha dejado de ser únicamente eso. De figura fantástica y con una apariencia exquisitamente misteriosa, sigilosa, oculta entre una multitud convencional, perteneciente al imaginario colectivo pero dueña y señora de sí misma, del entorno, de las épocas. Hace su entrada discreta con un donaire felino que se mezcla en una atmósfera de humo y esencia, persuasiva y seductora en su displicente actitud. La luz tenue del recinto penetra en los diminutos espacios, ventanas ilícitas que dejan las prendas negras sobre su escultural cuerpo, permitiendo apreciar una piel lívida y tersa, cuidadosamente perpetuada por los encantos de su singular oficio, majestuosamente macabra. Ese encanto malicioso, fruto de su arte oculto, causa y objeto de la perdición de los hombres, se manifestará como el grandioso vínculo entre la sensualidad y su pecado implícito, de placer y condenación, en un irreverente arrebato de la voluntad sobre las voluntades. Hechizado y despojado de mi decisión, he sucumbido ante su sortilegio de instinto, llevado hacia los bajos espacios en un lujurioso aquelarre, divina antípoda de oscuridad y gloria. Irrestricta en su mandato ha tomado cuanto quiso, voluptuosa emperatriz de la malicia que se apodera de su noche, efemérides ancestral que hoy adopta su versión occidental, entre el bullicio de la música y los disfraces, en un jolgorio pagano, suyo.

jueves, 3 de abril de 2008

Aquí


Realmente algunas perspectivas hacen parecer como si los espacios no terminaran, una continuidad irreal quizás, pero es que estamos tan acostumbrados a los límites que pensar en formas diferentes suena a locura. Fijo la vista en los árboles que se yerguen frente a un marco de cielo en un vals de brisa, movilidad embriagante; mientras, me muevo en el tiempo en una contradictoria perpetuidad. De dónde vengo, en esencia es irrelevante, si la línea persiste en una espiral cotidiana que posee trayectoria propia. Hacia dónde voy, posiblemente es una interrogante sin respuesta racional, sería, en todo caso, una cuestión de enfoques. El transcurso de los eventos suele consistir en un contexto de inadvertencia, con una mecánica de acciones previamente establecida o con pequeñas improvisaciones, como una secuencia automática que se repite sin dar lugar a percatarse de mucho. Una vez se es parte del sistema es más difícil encontrar tiempo para sentir o pensar, ¡y esto casi suena a excusa! Aunque, más bien creo que es un lamento. En todo caso una serie de lamentos, percepciones borrosas que al final del día atiborrarán mi mente. Talvez por eso persisto en mi actitud errante, harto de todo me refugio en los pequeños escapes, salidas convencionales que utilizo para afrontar este sinsentido. Aquí, en este pequeño lugar al que llamo hábitat, rodeado de mis seres cercanos, compañeros itinerantes de mi solitario penar, contemplo la magnitud del significado de estar vivo, entre faenas arduas de trabajo, prisas y discusiones, brindis de melancolía y una que otra risa sobrevalorada. Aquí me siento a esperar, cansado de esperar, esperando inexorablemente. Entre el sueño y la realidad, entre los espacios y las sensaciones, reconfortado por un abrazo, en mi mar de letras que es un espejismo. Aquí.

lunes, 31 de marzo de 2008

Árbol

Han crecido y se han multiplicado ostensiblemente las raíces de este árbol, interesante árbol. Su tallo es hoy más grueso y robusto, ha dado bellas flores y frutos, también ha padecido sus otoños e inviernos, siempre estoico, árbol de memoria y tiempo. Metáfora interesante de una amistad que un día sembré, este árbol que a través de las estaciones cambiantes me sigue brindando sus bondades, aguantando mis desatenciones. Qué paisaje tan espléndido es la vida con este árbol en mi horizonte.

domingo, 30 de marzo de 2008

Amiga


Cae la noche y lentamente disminuyen los grados centígrados del ambiente, un característico octubre de este pequeño espacio geográfico llamado Guatemala. Afuera la gente y sus problemas reales, los que no tienen y añoran, los de las esquinas que acechan o venden, los que llaman techo al omnipresente cielo sin luna, los que regresan, los que permanecen; insistente ignominia que es este transcurrir en repetición. Adentro un silencio, la tenue luz… y yo. De vuelta a la pantalla azul, con sus iconos que gesticulan esquemas mentales comprensibles que sistematizan el oficio, atrás quedó hace tiempo el viejo lápiz y el papel; simple transición de forma, más no de fondo. Pero, ¿entenderá alguien el significado que subyace al texto? Sentí por un momento una pequeña conexión, será la convivencia acaso, será el cariño, la añoranza de saberte finita, que te irás y que seguirás encontrando tus emociones lejos de mí, como la melancólica de hoy, en un futuro divergente. Ciertamente al renegar de la gente olvido que siento grandes afectos hacia algunos, pocos quizá, olvido que a veces me siento apreciado, y que eso me hace sentir bien. Quisiera secuestrar los pequeños instantes y enmarcarlos en mi memoria, las conversaciones, los acercamientos reales que surgen de una interacción, como en una fotografía que permanezca, poder juntar todas esas experiencias que conformarán un día mi tesoro individual, eso que con el tiempo se convertirá en mi pasado. Y así partirás, hacia un horizonte desconocido que te hará crecer. Me detengo en un punto, cierro los ojos y reflexiono: los caminos se cruzarán en las diferentes estaciones. Entre tanto, te pienso un poco, mientras sigues aquí, antes que comience a extrañarte, feliz de haberte conocido.

martes, 25 de marzo de 2008

De vez en cuando


De vez en cuando sale de su pequeña habitación, mundo refugio de tiempo perecedero. Empeñado en una constante ansia se para justo frente a la vereda, a esperar con la misma especulación de siempre, hasta que la ve llegar. Fresca como la mañana más esplendorosa, con esa sonrisa inmensa que lo devana de placer y dicha con sólo mirarla, pletórica de luz en esos ojos grandes que revelan una incomprensible inocencia, casi una princesita inconcebible de cuento de hadas, ridículamente imaginaria, tristemente imposible. De vez en cuando se atreve a pensar un poco más de la cuenta, dejando de lado sus inútiles proezas y conquistas, con esa fija aspiración de encontrar lo verdadero entre la maraña de vanidad y superficialidad, adentrando en esos sentimientos que son fuertes, peligrosos, ¿autodestructivos?, ¿necesarios? Jugando a ser pero sin sentir de más, jugando a entender pero sin sufrir de más, intentando tener, pero sin anhelar de más. De vez en cuando regresa a su habitación, se acuesta en la cama viendo al techo de granito amarillezco, se da cuenta que parece no encontrarse del todo preparado para estar despierto, son apenas las 3:30 AM, y quizá sea tiempo de volver a soñar.

lunes, 24 de marzo de 2008

Adiós


Sí, es difícil decir adiós, a lo que se quiso, a lo que aún se quiere, eso que por alguna razón se va. Cuando la sensación es tan inaguantable que estrangula cualquier razonamiento, se percibe en el momento como una clara amputación, de un intangible quizá, o de algo que en algún momento se convierte en un todo. Pero los todos y la nada son tan relativos. Una palabra que hizo falta, o un afecto que jamás existió, bien podrían ser la espina que continúa punzando durante los atardeceres venideros. Y por la noche, justo al apagar la luz, esa extraña sensación de vacío hace parecer los espacios incompletos, como aferrándose a un abrazo que no se puede dar, o que se quisiera recibir. Y en el interminable transcurrir, se va extinguiendo poco a poco eso a lo que llamamos esperanza, triste consuelo de aquellas aspiraciones tontas, de aquellos momentos abandonados en el pasado, muertos ya, en un peculiar esquema que siguió los trayectos del sinsabor, en esa amargura del hoy. Pero no permanecen por siempre los viejos fantasmas, ¿podrían acaso perturbarnos para siempre? En un implacable ir y venir, todos esos antiguos adiós se van esparciendo en los resquicios de la memoria y, si bien no desaparecen, se cubren de un fino manto de tiempo, camuflándose con el constante cambio. Entonces, contemplamos los continuos finales desde esa vitrina que siente cada vez menos, así preparamos el cambio de papeles, la inexorable plataforma desde donde nos preparamos para la última despedida, y así alguien más la recordará, esperando su cruel turno.

miércoles, 19 de marzo de 2008

Flor


Seguirá esperando con la sutileza de una flor. Pero le han cortado el tallo y pronto se marchitará, aguardará paciente, perecerá como las últimas palabras que pronunció. En realidad las palabras son emisiones efímeras que vuelan libres hasta desvanecerse, se desenvuelven autónomas de su real significado, aún las escritas se convierten con el tiempo en figuras retorcidas que se oxidan irrestrictamente, sujetas a las percepciones de los diferentes interlocutores. Cárceles gráficas o sonoras de los pensamientos, ligeras y vacías de sentimiento alguno. ¿Inútiles? Podría ser acaso que lo que quiso decir fuera algo totalmente distinto a lo que su corazón quería mostrar, podría ser una equivocación simple y llana, un error de articulación, podría ser que yo no entendí o que no quise escuchar, podría, pero es un desperdicio de tiempo y estoy harto de suponer. De esta manera las cosas quedan en el aire, suspendidas en la irrelevancia en la que siempre han estado y en la que permanecerán, así es esto de las interacciones humanas, tan susceptibles de cambios, de deformaciones, tan imprevisibles. Pero el aislamiento físico es un lujo propio de los antiguos anacoretas, y esta sociedad no permite prerrogativas de semejante extravagancia. Así que seguirás aquí, mi bella y mustia flor, soportando mi amor y mi desprecio, mi atención y mi desdén, seguirás junto a mí en este frío infierno de Sartré en el que nos hemos encerrado, locos condenados sin derecho a redención. Afuera aguardan los prejuicios, los intereses y las hipocresías sin sentido de la gente, en una ficción mal hecha de los vínculos interpersonales. ¿Quién osa desafiar la vida sin personas a las cuales apreciar? Hermanos, hijos, parejas o amigos, indolentes voyeuristas de nuestras tristes vidas, accionando los botones que constantemente despiertan las infinitas emociones, en círculos confluentes que se yuxtaponen irreverentes con la mismísima existencia del ser, en la miserable cotidianidad. Ven entonces con tu perfume vegetal y tu tersura de pétalo, exquisita a la vista, natural y delicada, con tu diálogo lírico incesante, retórico, que alimenta el vacío interno con que te reciben mis oídos sordos, prestos a escuchar tus mudas palabras.

martes, 18 de marzo de 2008

Hablando de Religión


Poco anuente a la idea, pero casi obligado a hacerlo, me doy a la difícil tarea de abordar el tema, con un sutil tono de Zaratustra y con mi humilde y muy particular punto de vista, me decido a hablar de Religión.

Tendría que dar inicio a esta polémica perorata dando mi concepto, mi definición: Religión, para mí, vendría a ser la forma como cada quien concibe a Dios, la forma que cada quien tiene de amarlo, de respetarlo, de interpretarlo, así como la muy particular forma de relacionarse con Él.

Del anterior enunciado se desprendería una verdad consecuente: cada uno tiene una Religión diferente. Así es, habrían tantas religiones como tantas personas en el mundo, talvez algunas muy similares entre sí, talvez muchas basadas en una misma doctrina, en un mismo precepto, pero estiradas y adaptadas a sabor y antojo de cada individuo.

La mía, por ejemplo, vendría a ser el resultado de una formación Católica, que se ha ido modificando con el tiempo, con forme mis ideas se han ido madurando y de acuerdo a lo que mi corazón y mi mente se disputan por discernir. Seguir una doctrina a la perfección, tal como la Católica o cualquier otra, es inconcebible en mi cabeza. Puesto que somos humanos, y cada quien piensa distinto de los demás, por más que muchos crean en un mismo dogma, la imagen mental de uno y de otro son dos cosas por demás distantes. En concreto: lo que para mí es negro, para alguien es gris.

Pero una vez expuesto mi punto anterior, está bien generalizar un poco (sólo un poco) para encasillar ideas disímiles. Me llamaré por un momento Cristiano Católico, perteneceré al grupo que así se ha de autodenominar también, y llamaré a los demás Cristiano Evangélico, Cristiano Ortodoxo, Budista, Musulmán, Satánico, lo que sea; esto con el único fin de simplificar criterios.

En un mundo errante, en un país caótico, en un hogar convencional y en una cabeza humana como la mía, la Religión es una pieza inherente al rompecabezas denominado Existencia. Un engranaje del cual derivan sentimientos, ideas y acciones o actitudes que ayudan a coexistir con los demás especímenes de esta raza pensante. Quizá por eso el sólo hecho de tocar el tema en una reunión es tan justo motivo de disputa, quizá por eso el quehacer público se acaba de complicar cuando se mezclan las infinitas ideas religiosas de todos nosotros, piezas de ajedrez de este juego que identificamos como Vida.

Y la vida debería regirse por normas que permitieran tener puntos de vista desiguales, digo debería porque lo anterior queda en una insípida teoría, la mayoría de veces, claro. Al no tener claro los conceptos de respeto y tolerancia, nos topamos con intromisiones molestas que simplemente no se pueden aceptar. Parece que aún no tenemos bien cimentada la idea de que nadie es dueño de la verdad absoluta, ninguno está exento de equivocaciones, todos, absolutamente todos nos regimos por cuestiones arbitrarias o empíricas, y sobre todo, nadie está en la capacidad de imponerle a los demás lo que debe hacer o pensar, menos aún, qué creer.

De tal forma, llegamos al punto negativo que acarrea este controvertido tema central. Lo que yo crea, lo que mi ínfimo entendimiento alcance a comprender, a imaginar, no debería ser motivo de distanciamiento con la gente que me rodea. No debería, pero lo es. Unos se esfuerzan en convertir a los demás, otros en hacer ver que están en la razón absoluta e ideal, otros se empecinan en no creer, en no querer escuchar, en pocas palabras, invaden espacios que no les corresponden con el mayor irrespeto, con alto grado de prepotencia. Talvez deberíamos de vernos todos desde una vitrina ulterior, tratando de descifrar cosas que escapan de nuestro raciocinio, peleándonos por encontrar y marcar las diferencias entre nosotros, haciéndole creer a los demás que nos pertenece un Dios verdadero que es mejor que el de ellos, esforzándose en aparentar que la práctica religiosa la llevan mejor si se autodenominan de una u otra doctrina, en una disyuntiva que destruye en vez de producir.

Yo preferiría pensar que todos hacemos de nuestra Religión un refugio de paz, de unión o armonía, y no un punto de discordia y divisionismo, hasta segregacionismo. Pero si existiera un Dios, único, de todos, por qué la necedad de buscarle diferencias, por qué el ímpetu de demostrar que la Religión se vuelve una simple y sucia prolongación del Ego que trata de decir que lo que Yo pienso es mejor que lo que Tú piensas. El hombre se presta a envilecer todo lo que toca, si hay un Dios, este tiene que ser puro y santo, no así las doctrinas ni las religiones, caracterizadas por sus mil imperfecciones. En resumen, me diferenciaré de mis hermanos por mis creencias y mis actos, pero me uniré a ellos por un Dios, el que es para todos.

viernes, 14 de marzo de 2008

Adentro


Por un momento se sintió seguro, creyó en la mentira que acababa de inventar y se refugió en ella. Suspendido en la fantasía se echó a volar por un breve tiempo, un instante rebosante de ignorancia y engaño que lo satisfacía hasta la saciedad; y luego cayó. No porque no lo hubiera meditado con anterioridad disfrazó esa realidad ridícula, sino porque se hartó de su inherente soledad. Es tan reconfortante pensar que los que nos rodean ciertamente disminuyen esa sensación de vacío, pero el individuo es solitario por mandato natural, es único en esencia. Y por un momento sintió que al tocar esas tiernas manos femeninas una extraña electricidad lo reanimaba en su interior, olvidó que la reacción no era más que una expresión de su ser que desde adentro realiza una burda interpretación de su entorno: en efecto, la electricidad nunca provino de afuera, fue creada por él, individuo indivisible. Sintió entonces como su cuerpo estaba recubierto por espinas que impedían todo acercamiento con sus semejantes, la cruda realidad azotó un golpe certero haciéndole ver que nadie nunca lograría adentrar en su corazón o en su mente, era un hecho, estaba solo, y todos lo están. Una lagrima escapó de él a la mañana siguiente mientras la contemplaba dormir. Vio su pálido cuerpo junto a él, un frío y distante ente que la noche anterior lo endulzó con pasión y deseo, que lo hizo olvidar su existencia, su yo. Se acercó necesitado, rodeó su tibio vientre y pensó: qué difícil es conformarse con la piel cuando lo que se requiere es algo intangible. Continuó su inevitable rutina, visualizó su día plano y sin emoción, condenado en resignación escudriñó en los rincones buscando anhelos, soluciones y esperanzas, prosiguió: aguardando los años.

jueves, 13 de marzo de 2008

Encontrando el sentido


¿Y si el viejo cuerpo perdurara? ¿Si la vida dejara de ser un suspiro efímero de décadas decadentes? Sería trascendente, en efecto. Un poco más, por lo menos, de lo que lo es en realidad. Sin ahondar en el alma, el individuo tendría la capacidad de engrandecerse, no como el súper hombre de Nietzsche, sino como un ente pragmático y funcional. A la larga el hecho de saberse finito, ¡tan finito!, hace ver insignificantes los eventos y sus consecuencias. El aprendizaje en sí mismo es un objeto altamente valorado, la creación en todas sus formas, la apreciación de los vínculos y la superación, todo al fin y al cabo son cualidades humanas individuales que se pierden con la muerte. Y si se toma en cuenta que la cita con la muerte llega tan rápido, toda virtud atesorada en esta vida es una mera insignificancia. ¿Cuál es el valor supremo entonces de la vida? Si seguimos un camino coherente de ideas, el juicio al que se llegará tendrá que ver indefectiblemente con el alma, el espíritu o la concepción de lo ulterior. ¿Entonces de qué sirve la escritura y la introspección que ésta conlleva? ¿No son las palabras y los sentimientos que ellas representan una mera insignificancia más? Claro, bien podría pensarse que son los ornamentos necesarios de la existencia, que sirven para llenar el ocio de los minutos durante el corto período de la vida, o podría ser una mera bitácora ostentosa y engreída. Si ese fuera el caso y mi diario no pasara de ser una vana presunción, una inútil distracción, no importaría en lo más mínimo su secuencia ni su interrupción, ni su forma o su divulgación, podría ser apócrifo incluso para disminuir la vanidad. Si dejara de pensar por un minuto en el arte y su importancia, podría seguir el paso hasta el final como un gran libro en blanco, con un único adorno de importancia monumental, el grande y poderoso punto final.

martes, 11 de marzo de 2008

El ello


Supuestos juicios minuciosamente elaborados por un sistema de pensamientos lógicos, algo desencadenó la realidad. De pronto un sollozo se hace presente y las lágrimas corren de un rostro que pareciera no ser el mío, cuánto dolor puedo causar con esta mi manía de ser un yo irrestricto e instintivo. El producto de los años es un evidente detrimento de la sensibilidad, una especie de arrepentimiento del tacto; ya no es necesario el eufemismo cuando lo real azota en la cara como cachetada. Todo se resume y a la larga se evidencia en la debilidad de las personas que no ahondan en sí mismas, casi suena a excusa, pero el mundo es una selva despiadada en la que hay depredadores y depredados, donde los depredadores muchas veces somos depredados, como en un inmenso karma, y es entonces cuando el mundo está en paz. En una extraña paz, ciertamente, porque alguien despertó al terrible monstruo que se esconde bajo el ego, lo hizo cobrar fuerza, lo obligó a atacar despiadadamente a la ilusión en la que viven los marginados soñadores. Cuánto lo lamentará la bestia, durante el tiempo que le resta, haber sido victimario, cuánto daño se causa al dañar… de nuevo es tarde, es otra vez hora de morir.

domingo, 9 de marzo de 2008

Ciclo

Un diario contemporáneo que narra a través de una red intangible y cosmopolita las extravagancias, excentricidades e insignificancias de la gente. Oídos sordos que se prestan a jugar con la retórica de las palabras. El ocaso del año, del ciclo que llegó a su cenit y comenzó a perecer. Entre una extraña lluvia que se estampa sobre un vidrio y el frío que se filtra por las terminales nerviosas, un pequeño suspiro yace en el fondo del ánimo tratando de emerger. Es una mezcla de tedio y desesperación, de desesperanza, de conformismo, ¿de costumbre? La vida se repite una y otra vez, y cada período parece ser menos relevante que el anterior, menos significativo, menos hiriente. Con el paso del tiempo las emociones se vuelven una reacción más del organismo, como si la vieja cicatriz se hiciera más resistente… y ya casi olvidara la injuria que la provocó. La incuria que la provocó. Veintiséis septiembres diferentes, que aguardan otros veintiséis, a la espera del final, cualquiera que sea, con la indiferencia de la roca que ve inexorable el paso de los segundos, uno tras otro. Y la soledad yace sentada en el rincón de la habitación, mientras escribo unas palabras, y espera paciente mientras la acompaño con una melodía y un trago, figurando entre la penumbra de la noche y la iluminación del ordenador. Gracias por esperarme, soledad, mi incondicional compañera.