miércoles, 31 de diciembre de 2008
Fin de año
Suena a single promocional en la radio, y las luces se reproducen en secuencias intermitentes por las calles y casas de la ciudad. Esta parafernalia de adornos brillantes y regordetes barbudos vestidos de rojo solo indica que la temporada ha llegado, acompañada del entorno siempre extraño de esta Guatemala a la deriva, decadente. Sentado frente a un nacimiento de barro me pregunto muchas interrogantes necias, claro síntoma de la época, algo nuevo ha dejado este año, un bagaje que se contabiliza en cuentagotas, un ciclo llenado a medias. Una familia dejó de existir, entera, así como se borra una oración escrita a lápiz, mientras el borrador aún escurre sangre inocente que el asesino jamás podrá pagar. Amigos van y vienen, desaparecieron del panorama y por alguna trillada razón se extrañan en estos días. Un malestar se respira en el exterior, de la casa, del país, hay algo mal y las abuelitas dicen que es el diablo que anda suelto, claro, una simple manera de explicar que el ser humano puede ser tan cruel, tan estúpido. Hay algo triste en la forma de ver el mundo en sus profundidades, sin esa máscara superficial que se esfuerza en pintar bonito el panorama, es tan difícil encontrar espiritualidad cuando las creencias son tan escurridizas a los hombres, es tan terco el feliz año nuevo en su obscenidad de ignorar realidades, un cierto ritmo de conveniencia en las velas que se encienden y se apagan al compás de una compleja oscuridad del alma vieja, cansada. A la vez se escuchan campanadas, cohetillos y disparos; risas, llantos, música, palabras… Yo solo espero un abrazo fuerte, porque la sensación de la soledad es dura, y así quizá podré empezar de nuevo.
miércoles, 5 de noviembre de 2008
Vientos de jolgorio y noviembres
No se escuchan las palabras, talvez el ruido, o la mascarada es un grito incoherente que algún pedante alucinó. Más bien los muertos, más bien los santos, o la inminente sensación de haber enterrado el ciclo, porque con una muerte siempre viene un nacimiento. Quizá sean los vientos nuevos los que distorsionan el panorama, endorfinizando la cabeza con melodías de sedante aspecto, o el frío de noviembre. ¿Será que acierto y el desencanto se pulveriza a sí mismo cuando llega el momento? O las voces se callan al unísono para dejar sonar los nuevos coros de aires y surrealismo. No terminan los malos ratos, no se olvidan, no se transforman ni se acostumbran, o posiblemente sí. Pero la vida da comienzos y con éstos las esperanzas, una nueva criatura que se formará en algún vientre, o la seguridad de que los futuros le llevan ventaja a los pasados en su inconmensurable posibilidad. Ya no hay velorios, se acabaron en octubre, ya no hay afrentas por pagar en este nacimiento de fin de año. O la magnificencia de la locura nos permite de algún modo esas pequeñas lagunas de festín postrero, corolario de este cuento aberrante que al instante se esfumó.
martes, 21 de octubre de 2008
De tumbas y muertes
Columnas de mármol de pie y piedra, contenedores de barro encalados y restos de eso que alguna vez fue una flor, tierra recién removida al costado de una fosa, expectante del nuevo relleno. Así te veo, muerte, destino de todos en este postrero octubre, con un cierto morbo de frases de obituario, harto de sarcasmo y llanto, siempre el llanto. Así te veo, así me veo, con ese lento morir, con esos anhelos muertos de muertes paulatinas, y en tu muerte no encuentro las horas. Hay algo más que tristeza en esos ojos, algo físico que se yuxtapone al hecho de que tus ojeras omnipresentes se dibujan en el ambiente, como si quisieras decirme algo que ya sé, como si suplicaras algo, y yo no te lo puedo dar. No sé si tus días o los míos se encontraron, si ya no lo harán más, o si el recuerdo de un niño jugando con vos pueda llenar el vacío que quede, porque de repente aún siento el humo de tus cigarrillos y casi puedo adivinar las colillas. Anticipo la tragedia, atenta al cruel desenlace. Me despido en letras, como siempre, con cobardes letanías que jamás se pronuncian, por el miedo inherente de los silencios eternos, por la tristeza adjunta que se enquista en mi memoria, ecos fúnebres que ya rebotan en tus paredes. De modo que ya se perfila el lodo, bajo la última llovizna del mes, en ese llano camposanto de los finales obligados, fiel a nuestra precaria humanidad.
martes, 14 de octubre de 2008
Carne para gusanos
Aniquilado desde el primer momento, desde ese primer rayo de sol que asomó por mi ventana. Amaneció, no sé por qué. Amaneció talvez, pero yo no desperté, más bien me levanté sonámbulo a deambular por los estrechos y mal hechos eventos del día. El día es en sí un cúmulo de tiempo deforme, de tiempo decadente. Y aquí me encuentro, apenas vivo, más bien muerto, encerrado en el cuarto oscuro que me retiene, que me minimiza, el cuarto oscuro que soy, observando vagamente el paso de los instantes y los entretiempos, despreciando y condenando esta recurrente visión de reloj de arena de la vida, rehuyendo y escapando inútilmente del delirio que subyace a la arena del reloj de la muerte; entregado a la locura. ¡Ah, cuánta locura hay en la pena! ¿Cuánto más se demorará esta arena en enterrarme por completo? Este malestar cesará hasta que la punta del dedo de mi mano alzada al aire se confunda con la tierra, hasta que esté completamente cubierto, verticalmente estiercolizado, aguardando en silencio el arribo de los gusanos. ¿O ya están aquí los gusanos? Al parecer estos seres rastreros se han adelantado a mi caída porque me devoran de pie, como árbol vencido, como columna que sucumbe ante sus grietas añejas. ¿Es que acaso no soy más que comida para gusanos? ¿Y qué si lo soy? Comerán más los gusanos entonces, que se indigesten de mí los asquerosos, al fin ya nada importa, ya no sé qué hago en este lugar, me siento solo, me siento extraño, esa es mi situación, aniquilado, enterrado, desde aquel primer momento.
Originalmente publicado en revista Necrópolis Andante.
lunes, 13 de octubre de 2008
Octubre
Salgo a la calle, un gran esfuerzo mediático se empeña infructuosamente en hacer creer que todo está como debería estar. Sigo caminando y echo un vistazo a los rostros de la gente, con su lamentable indolencia, esa masa que sabe callar cuando debe, cuando siempre. Ya circunda el sutil frío de fin de año, con un viento que despeina mi creciente cabellera, canas incipientes de tedio que juegan viejas sin dirección ni compás. Llego a mi destino, porfiado en la perpetuidad, olvidado de espontaneidad, marchito indefendible. Como quien no quiere, un fantasma de ternura ofrece el protocolo de bienvenida, una criaturita de cuentos de hada, enredada en el continuo conflicto de interactuar con la desilusión, ¿temerosa? Unos ojitos opalescentes que un día irradiaron dicha y que hoy tratan de olvidar, que han dejado de ser ventanas y se han sellado para no recordar, ¿cuál fue su único error? Y es que talvez no lo hubo, no existió equivocación alguna, sólo fue la inminente obstinación de entregar el corazón, en este mundo surreal y apático donde la dinámica mecaniza los sentidos, donde el tiempo palidece la emoción. La sentí desvanecerse frente a mí, débil en el alma y agotada de continuar, quise conmoverme y abrazarla, pero no lo hice. Por alguna razón sufrí sin reaccionar, exhausto yo también, la observé derramar sus lágrimas, paralizado en mi desatino la acompañé en silencio, como quien no tiene nada más que decir. En ocasiones el corazón nos juega la vuelta, nos guía por un terreno peligroso y sin pensar lo transitamos hasta tropezar, caemos. Minutos más tarde me acompaña a la puerta, pensativa, silente, absorta en mis pocas palabras. Yo me despido y me dispongo a salir, afuera una titubeante brisa me dice que algo cambió, comienza octubre, termina el año, sin ver hacia atrás.
miércoles, 24 de septiembre de 2008
Ajenos
Una monotonía extraña la de los ojos, y las conversaciones se van volviendo ajenas conforme la gente se desconoce. Lentamente mi pupila se dilató al caer la noche, mientras seguía observando el mismo rostro. Había pasado tiempo ya desde que se marchó, y en las palabras había más distancia de la que puede haber, había más nudos de los que se puede recorrer, y el desenlace a veces no se logra desatar. Un espejo colgado en la pared me susurró que por él han pasado muchas caras conocidas, parecidas entre sí, similares en lo agónico de su permanencia, pero no se cansan los reflejos, y si así ha de seguir siendo, lo deberá soportar… cuánta gente entra y sale de mi vida, en una lista traviesa y sin memoria. Cuánto desconozco de los ojos que se perdieron cuando crucé en la esquina, porque la mirada es cada vez más fría, y ya no renacen las flores que ponemos sobre las tumbas.
martes, 23 de septiembre de 2008
Vejez
Segundos marchitos de domingo de últimos rezos, dolorosa resignación de un apogeo que terminó en olvido, resaca de un mal inicio que nunca mejoró. Va acumulando años en su joroba de inviernos inherentes, al tiempo que ve irreverente el retablo que un día lo consoló, apolillado en las entrañas donde ya no quedan ecos de su Dios. Acude al festejo de los suyos, los que piden porque no saben, los que piden porque los mandan, los que piden por pedir, y su petición se desvanece en una aglomeración de bastones y andadores engañados, donde nadie escucha. Pero quizá a la mañana siguiente ya no lo recuerde, su lamentable irritación con el mundo se disiparía en una laguna mental, o talvez ya no despierte, y su epitafio reclamaría atenciones en mora, con intereses que no le otorgarán. Se sienta en la banqueta de la misma calle donde nunca se ha sentido alguien, y se pregunta dónde quedaron aquellos tiempos de sillas mecedoras y nietos para contar historias; sus respuestas aguardan mientras trata inútilmente de abordar un bus urbano. Camina entonces con pasos errantes, que pronto cesarán.
jueves, 18 de septiembre de 2008
Este mundo
Compartiendo ataúdes, de madera fina y acabados de fantasía, rodeados de risas perecederas en momentos felices de Credomatic sobregirado. Poco a poco va fluyendo el espectáculo de luces multicolores, y adornamos nuestras pobres cabecitas con reflejos que distraen, que hipnotizan, tan solo para dejar de sufrir un poquito. Olvidando un poquito. Pretendiendo. De esta forma el romántico idealista se disfraza de comodín, se hace acompañar por la pompa majestuosa de su realeza contemporánea, artificial y caduca, al tiempo que ríe su penúltima carcajada. Huele a perfume barato, y su ambición es más grande que los pantalones que lleva puestos, pero no se perciben los ideales que viajan bajo el atuendo, y su paso se hace indolente a través de las muchedumbres. Hasta que pasa por la vitrina, delante del maniquí ve su rostro en el semiespejo de vidrio aparador, y se asquea. Por fin se da cuenta de la tragicomedia que es este mundo, espacio forma de siniestros mal perpetrados, y se dispone a escupir su última sonrisa, tierna, silenciosa, postrera. Después de ella todo será llanto, llenará copas de licor y lágrimas, para beber el desconsuelo hasta que llegue su hora, hasta que descanse al fin. Un latido lo distrae, luego otro, talvez se percata y le duele, es eso que está dentro de su pecho: aún vive.
lunes, 18 de agosto de 2008
Lágrima
Una gota exquisita, que sabe a mar en esa dulce playa de mejilla a media noche. Un sollozo que alcanzó a partir un momento en dos, y desdibujó el panorama que días atrás había soñado el escritor en su cuento imaginario. A veces simplemente veo la luna y entiendo todo, que mis suspiros son palabras que solo comprende el universo, y que mi voz de pronto sale sobrando cuando nadie me ve. Se ha descifrado un código peculiar entre el cielo y la oscuridad que me acompaña, por fin me siento uno en este sistema de constantes divisiones, y olvido que mis penas siempre han estado allí, entre una que otra alegría que titila, y acepto el todo circundante. Acaricio el instante con total delicadeza, antes que desaparezca, y lo enmarco en una foto que imaginó mi mente, perpetua y diminuta, como la estrella lejana que se asoma en el vecino firmamento. Anochezco sereno, y la pequeña luz de pronto se distancia en su inminente partir, destello fijo que permanece, que aún veo al cerrar mis párpados.
viernes, 25 de julio de 2008
De puertos y partidas
Nubes densas de pasado en sus ojos le retuercen la mirada, ya no es el mismo muelle, pero el viejo ve siempre alejarse los barcos que un día se acercaron. Se decide al fin a buscar su propia embarcación, en un intento postrero, a la vez que se entretiene con las arenas de estaciones añejas, un letargo de cansancio acumulado en este nuevo ímpetu. No se cuestiona en absurdos motivos, ni rebusca aquella certeza que algún día imaginó encontrar, solo lanza la plegaria al vacío y espera impaciente que el viento le devuelva su algo, su porqué. Ha estado anclado tanto tiempo, aferrado a una cómoda vitrina que le ofrecía siempre el mismo mar, que asqueado de marchitos panoramas se aventuró a vivir, a sufrir. Su intento es ya un logro, una meta alcanzada de nuevos amaneceres y atardeceres en lejanas aguas. Atrás quedó su puerto, su miedo, la marea se los llevó; por delante la brisa cambiante, hasta que sus años cesen.
sábado, 19 de julio de 2008
Palimpsesto
Me borré de improviso, como quien no quiere, aunque sí. Y mis ojos se nublaron en divisarlo todo, se aturdieron de color y luz, de suplicar contacto, de llorar. Aquí no caben excusas, no las hay, aunque se vengan los porqués del cielo no hay escapatoria a la aberración de huir hacia la falsedad, porque ahogarse en alcohol es una vulgar falsedad. Crucé los espacios como ente entre personas hechas de cera, muñecos que en efecto no están, o no importan, y caminé hacia algún lugar para sentirme seguro, en medio de tanta inseguridad, decidido a encontrarme con el fondo de esa singular piscina. Pero no se encuentran las panaceas en los lamentos líquidos, ni se liquidan lamentablemente los problemas, tan solo se disfrazan, se envilecen. Porque al final de la noche se desvanecen los egos, se martirizan las palabras y se exclaman oraciones al infinito divino para que todo se acabe, aunque no pasa así. Y al día siguiente la cama vacía, expectante, delirando esa figura que no está, tratando de recordar algo que el alcohol borró, intentando descifrar en qué parte del descontrol se desdibujó la imagen, esa que tanto tratamos de mantener. En cambio quedan los malos tragos, los que lastiman y hay que reparar, los pedazos sin goma del cristal que se estrelló, en aquella triste sinventura que quizás no recordaré.
viernes, 18 de julio de 2008
Apología a la felicidad
Hay infinitos y eternidades, realidades que pueden no serlo, hay un resquicio de cordura en esta cotidianidad que nos hace creer que existimos, que nos hace aguantar. Y sin embargo el continuo afán, de buscar, de obtener, de siempre querer más, que nos preserva como entes inconformes ante nosotros mismos, la mismísima esencia de ser humanos. No hay felicidad que dure cien años ni humano que la aguante, así defino de manera simple la insatisfacción, es que no puede ser de otra manera. De esta forma aparece el largo pasillo, oscuro y lleno de miedos, obstinado en necesidad y confusión, que por momentos se torna plano, intrascendente, y por cortísimos instantes se ilumina, con esa calidez que llamamos felicidad. Así de fácil, aparece de súbito entre miradas suplicantes, entre los mil intentos fallidos, no se quedará por siempre, pero ese breve intervalo de duración nos permite aguardar, anhelar, que aparezca de nuevo, en una esperanza inexorable. No podría ser de otra forma, no podría ser inagotable la fuente de felicidad, pues dejaría de existir, entonces lo que tanto deseamos no es más que un equilibrio coherente, que nos mantenga en pie, no una felicidad tonta e insustancial que se plasme únicamente en las sonrisas. Entonces guardaré mi felicidad, efímera y preciosa, en esta conciencia de escritor inconforme, será mi valor auténtico, oculto entre todo aquello que no la deja ver, en excitante expectativa.
jueves, 17 de julio de 2008
Ático
Espacio a dos aguas, con una luz apenas de líneas y contornos en este lugar desconocido, un lecho nuevo en una nueva historia, aún por escribir. Desperté y por un momento me sentí seguro, estando lejos descubrí que puedo ser sin aparentar, solo ser. Porque aquí no necesito atuendos, no hace falta interpretar los papeles, puedo encontrar lo que tengo y lo que quiero cuando está cercano a mí, sin más miradas ajenas. Quise prolongar un silencio, quizá porque no siempre hay que encontrar palabras, contemplando el horizonte para perderme en una caricia, o en un anhelo. Yo sé que hay cosas que se resisten y que necesitan tiempo, que los tiempos se pueden quebrar por la mitad, que un suspiro no es más que mirar hacia lo que no se tiene, pero cuando se está aquí, bajo este techo, lo complicado se vuelve elemental. Trataré de serlo yo también, ser básico en mi proceder, porque es lo que necesito, lo que quiero, porque al fin de cuentas no hacen falta áticos distantes para hallar la autenticidad, solo hace falta valor.
viernes, 4 de julio de 2008
Silencio
Hubo un silencio oculto que nadie percibió, fueron días de ruido, de tiempo escaso, una miscelánea de eventos y fastidios, un detrimento del todo y de lo poco que permanece en pie, en lo que parece mi derrumbe minucioso, circunstancial. Llegó el viernes aunque no lo parece, en mi cabeza de proletario atormentado se sobrecargan las neuronas, a punto de explotar. El lápiz en mis manos golpea incesante la mesa, harto de mi patética desesperación, aferrado a la página en blanco que se llena de estupideces, mientras el ancla se hunde un poco más en este fango que crece bajo mis pies; es entonces cuando las cuatro paredes apestan. Aunque es normal, claro, eso de los malos días, de las malas semanas, así es esto de vivir, ya pasará… ¡Já! El siempre triste consuelo. Pero las agujas de este reloj caen y no giran, no aguardan el compás que deja atrás las ignominias, uso un reloj digital mejor, y entonces mis minutos se manifiestan más claramente, al ritmo de la espera para que por fin cambie la fecha del calendario, maldito calendario… Ya es de noche casi, y aguardo la penumbra sin prender la luz, así distraigo la soledad, con esta oscuridad a medias que me agranda las pupilas. Apenas comprendo de razones y motivos, lo único que sé es que hay algo que no soporto, algo que me enoja con solo abrir los ojos y ver, quisiera dormir un poco y soñarme en un momento feliz, o soñar nada más, para no tener que pensar ni imaginar ni sentir ni aguantar, para no tener que escapar. Mi silencio aún queda oculto detrás de unas palabras en mi ordenador, es de noche ya y tengo que salir, tengo que evadir, miserablemente melancólico, trillado, a ahogar mis penas en alcohol.
domingo, 22 de junio de 2008
Claus
martes, 17 de junio de 2008
Mi padre
viernes, 13 de junio de 2008
Silueta
Trayecto de invierno
viernes, 30 de mayo de 2008
Gotas de lluvia
domingo, 25 de mayo de 2008
De música ligera
miércoles, 21 de mayo de 2008
Retórica
martes, 20 de mayo de 2008
In
miércoles, 14 de mayo de 2008
Una moneda
martes, 13 de mayo de 2008
Mamá
jueves, 1 de mayo de 2008
Apariencias
miércoles, 30 de abril de 2008
De lenguajes y verdades
lunes, 28 de abril de 2008
Los finales anunciados
miércoles, 23 de abril de 2008
Los tiempos
lunes, 21 de abril de 2008
Tiempo de escasez
miércoles, 16 de abril de 2008
4a. Calle
sábado, 12 de abril de 2008
Brisa
miércoles, 9 de abril de 2008
Los entierros
martes, 8 de abril de 2008
La piedra
viernes, 4 de abril de 2008
Bruja
jueves, 3 de abril de 2008
Aquí
lunes, 31 de marzo de 2008
Árbol
domingo, 30 de marzo de 2008
Amiga
martes, 25 de marzo de 2008
De vez en cuando
lunes, 24 de marzo de 2008
Adiós
miércoles, 19 de marzo de 2008
Flor
martes, 18 de marzo de 2008
Hablando de Religión
Tendría que dar inicio a esta polémica perorata dando mi concepto, mi definición: Religión, para mí, vendría a ser la forma como cada quien concibe a Dios, la forma que cada quien tiene de amarlo, de respetarlo, de interpretarlo, así como la muy particular forma de relacionarse con Él.
Del anterior enunciado se desprendería una verdad consecuente: cada uno tiene una Religión diferente. Así es, habrían tantas religiones como tantas personas en el mundo, talvez algunas muy similares entre sí, talvez muchas basadas en una misma doctrina, en un mismo precepto, pero estiradas y adaptadas a sabor y antojo de cada individuo.
La mía, por ejemplo, vendría a ser el resultado de una formación Católica, que se ha ido modificando con el tiempo, con forme mis ideas se han ido madurando y de acuerdo a lo que mi corazón y mi mente se disputan por discernir. Seguir una doctrina a la perfección, tal como la Católica o cualquier otra, es inconcebible en mi cabeza. Puesto que somos humanos, y cada quien piensa distinto de los demás, por más que muchos crean en un mismo dogma, la imagen mental de uno y de otro son dos cosas por demás distantes. En concreto: lo que para mí es negro, para alguien es gris.
Pero una vez expuesto mi punto anterior, está bien generalizar un poco (sólo un poco) para encasillar ideas disímiles. Me llamaré por un momento Cristiano Católico, perteneceré al grupo que así se ha de autodenominar también, y llamaré a los demás Cristiano Evangélico, Cristiano Ortodoxo, Budista, Musulmán, Satánico, lo que sea; esto con el único fin de simplificar criterios.
En un mundo errante, en un país caótico, en un hogar convencional y en una cabeza humana como la mía, la Religión es una pieza inherente al rompecabezas denominado Existencia. Un engranaje del cual derivan sentimientos, ideas y acciones o actitudes que ayudan a coexistir con los demás especímenes de esta raza pensante. Quizá por eso el sólo hecho de tocar el tema en una reunión es tan justo motivo de disputa, quizá por eso el quehacer público se acaba de complicar cuando se mezclan las infinitas ideas religiosas de todos nosotros, piezas de ajedrez de este juego que identificamos como Vida.
Y la vida debería regirse por normas que permitieran tener puntos de vista desiguales, digo debería porque lo anterior queda en una insípida teoría, la mayoría de veces, claro. Al no tener claro los conceptos de respeto y tolerancia, nos topamos con intromisiones molestas que simplemente no se pueden aceptar. Parece que aún no tenemos bien cimentada la idea de que nadie es dueño de la verdad absoluta, ninguno está exento de equivocaciones, todos, absolutamente todos nos regimos por cuestiones arbitrarias o empíricas, y sobre todo, nadie está en la capacidad de imponerle a los demás lo que debe hacer o pensar, menos aún, qué creer.
De tal forma, llegamos al punto negativo que acarrea este controvertido tema central. Lo que yo crea, lo que mi ínfimo entendimiento alcance a comprender, a imaginar, no debería ser motivo de distanciamiento con la gente que me rodea. No debería, pero lo es. Unos se esfuerzan en convertir a los demás, otros en hacer ver que están en la razón absoluta e ideal, otros se empecinan en no creer, en no querer escuchar, en pocas palabras, invaden espacios que no les corresponden con el mayor irrespeto, con alto grado de prepotencia. Talvez deberíamos de vernos todos desde una vitrina ulterior, tratando de descifrar cosas que escapan de nuestro raciocinio, peleándonos por encontrar y marcar las diferencias entre nosotros, haciéndole creer a los demás que nos pertenece un Dios verdadero que es mejor que el de ellos, esforzándose en aparentar que la práctica religiosa la llevan mejor si se autodenominan de una u otra doctrina, en una disyuntiva que destruye en vez de producir.
Yo preferiría pensar que todos hacemos de nuestra Religión un refugio de paz, de unión o armonía, y no un punto de discordia y divisionismo, hasta segregacionismo. Pero si existiera un Dios, único, de todos, por qué la necedad de buscarle diferencias, por qué el ímpetu de demostrar que la Religión se vuelve una simple y sucia prolongación del Ego que trata de decir que lo que Yo pienso es mejor que lo que Tú piensas. El hombre se presta a envilecer todo lo que toca, si hay un Dios, este tiene que ser puro y santo, no así las doctrinas ni las religiones, caracterizadas por sus mil imperfecciones. En resumen, me diferenciaré de mis hermanos por mis creencias y mis actos, pero me uniré a ellos por un Dios, el que es para todos.