lunes, 28 de abril de 2008

Los finales anunciados


Sería triste verlos llegar tan lejos sin tener otra elección, sin haberse percatado de que los cambios existen dentro de cada uno y no en sueños lejanos. Sería triste ver que todos los finales fueran irremediables en su impostergable aparición, como muertes anunciadas que forzosamente deben suceder. Triste, como todas esas cosas que no hicimos, como todo lo que dijimos y lo que dejamos de decir, que nos pesa por años y años. Así, como un retrato más en la pared, su semblante apesadumbrado se llenó de arrugas de amargura, sin darse cuenta cómo ni cuándo olvidó sonreír, acercándose a su final en lamentable resignación. Quizá son los eventos los que nos arrastran a muchos en nuestro pusilánime actuar, quizá no nos damos cuenta que la desidia nos margina contra un muro inevitable hasta que agazapados nos dejamos vencer, así de simple, en la cotidianidad de nuestras miserables vidas. No pareciera importarnos nada, talvez acaso un hoy egocéntrico muy limitado, talvez acaso nuestra ceguera no nos deja ver que el mundo está aquí para ser cambiado, puesto que el mundo somos nosotros. Los cambios son necesarios, para bien o para mal, con todo el miedo que acarrean, con toda la negación con la que los afrontamos; los cambios debieran ser nuestra razón de ser. Y al no serlo, al conformarnos, nos sentamos en nuestro cómodo impasse, acostumbrados a transcurrir sin trascender, irreflexivamente, anunciadamente.

1 comentario:

Petoulqui dijo...

Tenés razón: "Los cambios son necesarios."