Quisiera salir a la calle sin tener que hacerlo, salir por querer, porque el quiero y el quisiera son dos cosas tan diferentes. La calle esa que me vio vivir, que se pudre día a día entre la aberración de este mundo, que se entristece a pesar del cielo magnífico. Otro paisaje surreal de lo que es el mundo exterior, un simple espacio transitable que vive a flor de piel (o de asfalto) el malestar de una población. Pero somos huevudos, mi gente y yo, porque armados de valor e insensatez salimos a estas calles-orbe a aguantar y ver qué nos pasa, o qué no nos pasa, o qué hacemos, si no caemos presa del fatum. Algún pensamiento hermoso aflora sin embargo, como pequeña flor silvestre que nace terca entre algún resto de cemento, es esa la consecuencia de la distracción. Distracción o resignación, el espíritu aguanta un poco de ambas condiciones, puesto que sin estas caeríamos irremediablemente en una patología crónica que nos aniquilaría. Y mientras, enfermo o no, parece que logro caminar por esta acera que conoce bien mis pasos, llego a la esquina, esa misma intersección de la que parten los caminos hacia el horizonte, y suspiro. A fin de cuentas, es el mismo paisaje urbano que me presenciará en las muchas dimensiones oblicuas por las que atravesaré, en este futuro incierto que presenta soles y cielos nublados. Retornaré inconsciente por este sendero, hacia algún anochecer postrero que se tornará silencioso en alguna pretensión extraña de armonía o quietud, bajo la luz amarilla del alumbrado público, entre sombras de casas y cosas, en una imagen a medio armar en un álbum del barrio, irremediable, irrepetible.
miércoles, 16 de abril de 2008
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3 comentarios:
He estado prolongando mi comentario, pensando en que quería escribir algo que valiera la pena, porque esta entrada me parece muy buena. Creo que no se va a poder, pero ahi te va:
1)En todo caso, puedo decir que la incertidumbre es parte de nuestra vida.
2)"Surreal", así definíamos antes este realismo mágico en el que vivimos. Digo, cuando éramos más jóvenes.
3)Me pregunto si la 4a. calle será la de la zona 1. (Notaste mi ladelaísmo?) Esa me es muy familiar.
Vaya...acabo de entrar de la calle; y salí sólo por salir.
La calle tiene su efecto, sin duda. NO obstante hay qe aprender a cagarse de risa de la calle y sus personajes, aunque den ganas de sangrar en el intento.
Dali terminaría por orinarse en los pantalones. Creo.
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