jueves, 3 de abril de 2008

Aquí


Realmente algunas perspectivas hacen parecer como si los espacios no terminaran, una continuidad irreal quizás, pero es que estamos tan acostumbrados a los límites que pensar en formas diferentes suena a locura. Fijo la vista en los árboles que se yerguen frente a un marco de cielo en un vals de brisa, movilidad embriagante; mientras, me muevo en el tiempo en una contradictoria perpetuidad. De dónde vengo, en esencia es irrelevante, si la línea persiste en una espiral cotidiana que posee trayectoria propia. Hacia dónde voy, posiblemente es una interrogante sin respuesta racional, sería, en todo caso, una cuestión de enfoques. El transcurso de los eventos suele consistir en un contexto de inadvertencia, con una mecánica de acciones previamente establecida o con pequeñas improvisaciones, como una secuencia automática que se repite sin dar lugar a percatarse de mucho. Una vez se es parte del sistema es más difícil encontrar tiempo para sentir o pensar, ¡y esto casi suena a excusa! Aunque, más bien creo que es un lamento. En todo caso una serie de lamentos, percepciones borrosas que al final del día atiborrarán mi mente. Talvez por eso persisto en mi actitud errante, harto de todo me refugio en los pequeños escapes, salidas convencionales que utilizo para afrontar este sinsentido. Aquí, en este pequeño lugar al que llamo hábitat, rodeado de mis seres cercanos, compañeros itinerantes de mi solitario penar, contemplo la magnitud del significado de estar vivo, entre faenas arduas de trabajo, prisas y discusiones, brindis de melancolía y una que otra risa sobrevalorada. Aquí me siento a esperar, cansado de esperar, esperando inexorablemente. Entre el sueño y la realidad, entre los espacios y las sensaciones, reconfortado por un abrazo, en mi mar de letras que es un espejismo. Aquí.

1 comentario:

Oswaldo J. Hernández dijo...

El aquí es tan dicotómico, que realmente nos fragmentamos en sinapsis muy dispersas, infinitas. Seguramente nos hemos equivocado de universo.