Tarde de inicios de invierno en este súbito sofá, pináculo de mi lluvia en su cámara lenta, desde donde veo la confusión abstracta de gotas y hojas, romántica simbiosis para su húmeda atmósfera. Abajo la tierra, su olor; podrían enterrarme en invierno y mi muerte estaría perfumada de verdor póstumo, en gentil epitafio de raíces y retorno. Alterno la mirada entre la nada y el rocío que vomitan las nubes, en una especie de trance del que no me apetece salir; hay momentos para hipersentir, y este es uno de ellos. La música hoy se vuelve cadenciosa, es una sinfonía que llueve sobre láminas, sobre vegetación, que me hace recordar. Quizá acaricio una soledad que lastima, como la mejor de las melancolías, en mi invernal apología a la feminidad ausente. Abrazo al vacío mientras despierto de alguna alucinación, los recuerdos me dicen que todo ciclo debe renovarse, pero las reinvenciones son caros regalos que no siempre podemos comprar, y aquí lo único que se repite es el agua, al tiempo que yo salpico un suspiro. Al fondo escucho un trueno, luego que el cielo fotografió la estampa. Se ha alterado el orden de espacios y formas en su predecible secuencia, de pronto el hoy no es hoy, es un mañana onírico o un ayer fantasma, en el que hay voces al oído que susurran, besos de porcelana que rozan mi piel, caricias marchitas de mi cruel desilusión. Llovizna apenas, pierdo la vista en mis horizontes, materializo mi charco.
viernes, 30 de mayo de 2008
domingo, 25 de mayo de 2008
De música ligera
¿Por dónde apareciste? Quizá fue en uno de esos mundos paralelos, porque cuando a veces veo en tus ojos encuentro un leve reflejo de los míos. ¿Fue ayer cuando te fuiste? No lo sé, pero el sonido de nuestras notas aún se escucha cuando apago la luz, en una melodía que cambió de tono. En ocasiones los finales son inicios, y tus inicios te sientan bien. ¿Fue entonces un final? Hay un recuerdo de lágrimas, de momentos a medias y palabras sin sentido, una memoria distante que acaba donde empieza tu sonrisa, esa que hacés en las mañanas cuando te veo. Es que ya no sos la misma, tiraste al pasado un poco de pesadumbre, ¿habrás notado ya que dentro de ti hay algo especial? Por eso sigo aquí, en esta historia que se hizo en un minuto, un minuto extenso de reloj sin segundera, acomodando a un nuevo ritmo nuestra vieja canción, en la extraña geometría de formas en que nos tocó interpretarla. ¿Hacia dónde irás? Yo observaré de lejos tu trayecto, como el frío narrador, aguardando tu feliz desenlace, mientras canto en mi cabeza miles de estrofas diferentes, afinando los versos de mis letras sin compás.
miércoles, 21 de mayo de 2008
Retórica
Casi veo tus ojos, y mi felicidad es casi real, pero no puedo. Casi olvido que lo triste fue, y que lo que es hoy no lo logro interpretar, y así casi comprendo. Naufragando meditativo me apego a las normas, a los esquemas, que me mantienen coherente por tu camino de piel; y casi te siento. ¿Será tan indiferente el deseo, si la arena sigue aceptando después de todo a cada ola que aparece, o será mi mano tan fría y tu piel tan tuya? Ordeno las ideas, memorizando la paradoja que sos y que soy, fijando el instante en que casi, por no decir los instantes, pero el casi sigue allí, viendo mi parodia. Por eso escapo del final, para perdérmelo ineludiblemente, para no ver que pude haber estado y que me fui irremediable, por donde quise haberte encontrado, casi mía, casi real. Hilvanando un par de bosquejos, insertando versos entre líneas sin voz, tallando como en cera las miradas que no serán, para no sufrir ni lamentar, así te imagino, esperando casi, anticipando siempre.
martes, 20 de mayo de 2008
In
Noto las diversas actitudes de la gente, inmerso en su glamour y su elegancia, todos aparentando, esforzándose por ser algo que no son, por elevar su ego acomplejado para simular superioridad, vanagloriada calamidad. ¿Cómo le llaman? ¿Refinamiento? ¿Sofisticación? Demasiado kitsch para mi gusto. De esta manera denigran los espacios, los eventos, hasta las artes, en una especie de venta donde lo que se negocia es el criterio, a cambio de un poco de charm. Allí está la señorona, bien decepcionada de sí misma, vestida con su frustrante moda de revista barata, alcoholizada hasta la ridiculez para obedecer al engranaje de la velada. Por allá veo al homosexual pescando mariposos entre las hojitas de los árboles, ¡ay, cuánto se divierte con su jueguito de insatisfacción! Y el verycool de la mesa importante, agasajando a sus bitches en este cuento latino de blin blin versión bajo presupuesto, hablando de estética y demás mierdas; ni bien hacía unos minutos se memorizó el guión y se lo metió por la cavidad, sí, esa que tanto le gusta. Pero guarden silencio, apreciables invitados, que se hará presente la anfitriona de la noche, y con sus bellas notas embelesará sus laberínticos sistemas auditivos. Para esto, llamaremos al escenario a los brillantes músicos, virtuosísimos artistas de la complacencia en su más lamentable expresión, de ellos escucharemos una interesante sucesión de melodías, sobrevaloradas hasta el vómito para que en sus confundidas cabecitas suenen como canto de los dioses; aplaudamos, por favor. Y al compás de la más estirada ovación, me disuelvo ceremoniosamente entre la multitud, en otra mala alucinación de la hierba, exquisito pedo de fondillo fufurufo.
miércoles, 14 de mayo de 2008
Una moneda
Es una visión distorsionada la de este lado del cristal, siempre con esa patética comodidad. Parece que alguien se acerca en su constante expectativa, parece que pide sin hacerlo, parece. Pero cómo ignorar esos ojos añejos que esconden las muchas lágrimas, esa sonrisa que está allí a pesar de todo, ciertamente la escena es repetida, similar a muchas otras, aunque diferente. De modo que hace el ademán, aunque no era necesario, una moneda ¿cierto? Claro, la moneda. ¿Qué es, a fin de cuentas, una moneda para él? No lo sé. Es tan fácil suponer o imaginar, tan fácil como esa monedita que pide, y lo único que sé es que no es nada fácil. Por un segundo ese rostro se me hizo conocido, es un mendigo cualquiera, que se podría parecer a cualquiera, con la única diferencia que se parece a mí. ¿Y si yo estuviera al otro lado del cristal? Pediría algo más, quizá; renegaría de mucho. No es que yo pueda hacer algo, es algo más complejo que eso, lo que pasa es que este mundo no puede hacer nada, no puede darle nada, y él necesita tanto, hasta suena a resignación. Así que me siento mal, con esa sensación de impotencia y de culpa, esa culpa colectiva que comparto, buscando en mi interior algo de humanidad, sin encontrar del todo esa postura de responsabilidad. Entonces, de nada sirve esta fría compasión, en nada le ayuda, así como tampoco le ayuda la moneda. Aún así la busco en mi bolsillo, y solo llaves, y solo papeles, y solo excusas. Aquí va la misma consigna, a repetirla una vez más, ¿cuántas más?: no tengo.
martes, 13 de mayo de 2008
Mamá
Aparece en mi mente, con esa lírica perdida que ya no acompaña a las palabras, en esta magnífica ocasión para evocarla. Entre memorias de siempre y sensaciones de un amor, del gran amor, se presenta la imagen imborrable que ha mutado con el crecer, esa imagen de vínculo y necesidad, en este retrato que se dibujó tiempo atrás en un lejano vientre. Génesis olvidado de felicidad nueva, de frescura y espontaneidad, que se ha convertido en la relación tácita que acompaña los inicios y los finales de cada día; consecuente guión de esta mi novela de realidades bañadas de onírico encanto. Así se complementa su retrato permanente, con esencias de familiaridad y cotidianidad, descifrando y desdibujando constantemente las múltiples expresiones de esos ojitos que aún me ven como niño, anhelando que las charlas y las risas nunca acaben, que las lágrimas que ruedan por esas mejillas sean únicamente de felicidad, como cuento imborrable de infancias antes de dormir. Ya no vienen a mi mente los incontables afanes, solo sus secuelas permanecen grabadas como grietas de esfuerzos añejos. Ya no juego los momentos ni escucho los regaños, solo ecos permanecen en los confines del antes. Ya no dependo, ni comprendo, ni obedezco, ya mis espacios son míos y mis decisiones y mis yerros; ya los papeles se empiezan a invertir, y solo pretendo advertir que nunca habrá relación similar, que lo vivido con ella es único e invaluable. Poco a poco me percato, lleno de nostalgia, que el amor puede ser inconmensurable, que hay alguien que siempre ha estado allí, y que ciertamente no soy mío, sino todo suyo.
jueves, 1 de mayo de 2008
Apariencias
Viendo las cosas desde muchos ángulos, vengo a ser solo una ínfima parte de lo que aparento ser, como un pequeño objeto visto a través de una lupa. Si las personas se definieran como conceptos, en una muy amplia diversidad de apreciaciones, encontraríamos que el individuo dejaría de ser individual y se convertiría en múltiple. Esos incautos, ingenuos pensantes, arrogantes, que nos hacemos llamar auténticos, tratamos de aparentar ser lo que somos, o ser lo que aparentamos, de forma que nuestra multiplicidad se individualice, en una tarea irrealizable que nos consume infructuosamente las energías. Pero ¿no sería interesante ser lo que la gente piensa? Aunque talvez seamos en parte algo que no conocemos, algo que los demás ven en nosotros y que quizá no queremos aceptar. Algo escapa de mi raciocinio, algo que aún no descubro en mí, ¿será posible que los demás me vean con claridad y yo me perciba en una perspectiva borrosa? Al imaginar mis más ocultos pensamientos, al aceptar mis temores y reconocer mis defectos, dibujo un bosquejo de lo que imagino acerca de mí, imagen incompleta que se complementa con lo que no veo que otros ven, pero no por eso ellos me ven tal cual soy. Y lo que soy es un trozo de lo que quiero ser, un anhelo de lo malo que un día borraré, una parodia de un niño que posiblemente creció, lo que soy, sí, eso que soy y que aún no sé que es, no es lo que todos ven, no es lo que todos creen, es simplemente algo parecido.
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