viernes, 15 de mayo de 2009

El fin


Vista añeja de finales cansados, ya los ojos ven lo que pueden y no lo que deben, en el ocaso definitivo e inminente, lejos de todo porque los brazos no alcanzan más, disminuidos, eclipsados; es duro necesitar, en estas horas escasas donde es difícil recordar. Se yerguen los fantasmas en los rincones y nos aterrorizan de repente, en ese punto débil que son nuestras más profundas dudas, ahorcando de súbito todo aquello en lo que creemos. ¿Hay algo más que esto que vemos o tocamos? Un entorno de antimateria que rodea la existencia tal cual la conocemos, un incoherente mundo de vacíos repletos de ser y pensar, de ser y sentir, de ser sin lógica, en un coma fantástico de ultramundo, o de imaginación. No quisiera suponer finales, porque hay cierta belleza en esa incógnita de no saber de mañanas, y sin embargo me acompaña siempre esa sensación de nostalgia anticipada, me obliga casi a sufrir de antemano las despedidas que sé que llegarán. Pero las cargas del alma son tan infinitas como todas esas cosas que nunca hicimos, y suturar las heridas es un proceso que no siempre podemos lograr. Arribar finalmente a esa edad en la que podemos ver el largo camino por detrás, divisando en el panorama los desenlaces de aquellos inicios del otrora, observando el silencio en las paredes que ya no dicen nada, porque todos se han ido ya, en un retrato incompleto de sensaciones extraviadas, enmudecido, marchito.

Y solo espero que estemos juntos en ese segundo postrero, para cerrar los ojos y vernos por fin.

2 comentarios:

Petoulqui dijo...

Estimado Lusi:

De veras que vos no publicás seguido, pero cuando lo hacés te mandás...

Y todavía hay otra entrada. Ya veremos...

Un abrazo,

Peto

Anónimo dijo...

Bien, me ha gustado, te seguiré leyendo. Cuando quieras puedes visitarme en mi rincón de letras. Slds.