domingo, 19 de abril de 2009
La miseria
¿Silencio interpretativo? ¿O simplemente circunstancial? Meses de enfermedad y absurdo, en esta vida tan violenta, en esta tierra tan cruel, donde las voces escritas se apagan, y los caminos se tornan de atroces masacres coaxiales en un largo aguantar, resentir. Aquí yacen los miserables y no en el libro, aquí donde las horas se escapan del raciocinio y los afanes se tiñen de ingenuidad, tontos pensamientos de un mundo que no puede ser mejor. Duele ver las lágrimas en ese rostro indefenso, que por un infinito instante se vuelve propio, nuestro. Porque a veces no se puede dar consuelo, y el abrazo no se da abasto, un tímido estupor innecesario, hasta que las miradas se pierden en ese horizonte de iris y pupilas ajenas, indiferentes. Suelo ser conciso, no sé por qué, talvez porque me urgen palabras que hagan algún eco, talvez porque las palabras estorban. No siempre puedo demostrar que me duele tu dolor, no siempre puedo aceptar que por dentro me quiebro en mil pedazos, y suelo no decir nada, suelo no hacer nada, suelo meditar, mientras las cosas caminan igual.
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