miércoles, 5 de noviembre de 2008

Vientos de jolgorio y noviembres


No se escuchan las palabras, talvez el ruido, o la mascarada es un grito incoherente que algún pedante alucinó. Más bien los muertos, más bien los santos, o la inminente sensación de haber enterrado el ciclo, porque con una muerte siempre viene un nacimiento. Quizá sean los vientos nuevos los que distorsionan el panorama, endorfinizando la cabeza con melodías de sedante aspecto, o el frío de noviembre. ¿Será que acierto y el desencanto se pulveriza a sí mismo cuando llega el momento? O las voces se callan al unísono para dejar sonar los nuevos coros de aires y surrealismo. No terminan los malos ratos, no se olvidan, no se transforman ni se acostumbran, o posiblemente sí. Pero la vida da comienzos y con éstos las esperanzas, una nueva criatura que se formará en algún vientre, o la seguridad de que los futuros le llevan ventaja a los pasados en su inconmensurable posibilidad. Ya no hay velorios, se acabaron en octubre, ya no hay afrentas por pagar en este nacimiento de fin de año. O la magnificencia de la locura nos permite de algún modo esas pequeñas lagunas de festín postrero, corolario de este cuento aberrante que al instante se esfumó.